LSD
 
 
 

Los experimentos de Timothy Leary en Harvard

La experimentación científica con drogas de varios tipos siempre ha encontrado cabida en la Unión Americana. A finales de 1959 en la universidad de Harvard se puso en marcha el ambicioso Proyecto de Investigación Psiquedélica dirigido por el profesor Timothy Leary, titular de psicología clínica, un personaje polémico al que algunos veneran y otros repudian asegurando incluso que era un agente encubierto del gobierno norteamericano

El proyecto de Leary tuvo gran aceptación social y un año después, entre el numeroso grupo de "psiconáutas" que acudían los fines de semana a reunirse con Leary se mezclaban alumnos y profesores de las diversas facultades de la universidad con varios escritores de la corriente beat y algunas personalidades de la farándula y los negocios.

Según cuenta Antonio Escohotado en el tercer tomo de su Historia de las drogas las actividades del grupo se vieron entonces escindidas por dos tendencias opuestas: una era la del escritor inglés Aldos Huxley quien proponía permanecer dentro del encuadre médico actuando con cautela, y la otra estaba representada por el poeta norteamericano Allen Ginsberg, que pugnaba por democratizar el uso de sustancias psicoactivas para consumar una revolución en el plano sexual y en el político. Se dice que Ginsberg pasó parte de su primera experiencia intentando contactar telefónicamente a Kennedy y a Kruschev para instarlos a la paz.

También promovía activamente "la quinta libertad" como el derecho de todo individuo a ampliar su conocimiento por medio de las drogas que creyera más convenientes. Leary, concordaba con el poeta beat y actuando como un verdadero apóstol, según unos, o propagandista, según otros, exhortaba a la gente a iniciarse en el consumo de LSD por su cuenta, sin mediación de la psicología o la psiquiatría, argumentando que la experiencia psiquedélica era "algo que cada uno se debía a sí mismo".

Según Escohotado, las posturas de Ginsberg y de Huxley reflejan cabalmente el ánimo de un gran sector de la población de esa época. Este autor, que es uno de los que más simpatizan con la figura de Leary, asegura que en The politics of ecstasy (1964) Leary "presentó las proposiciones huxleyanas -muchas de ellas coincidentes con las de Marcuse- en términos accesibles a nivel popular como expresión de un espontáneo rechazo ante formas anacrónicas de vida y de organización social que tenía su principal apoyo en la juventud y sólo adoptaría tintes dramáticos si tratara de frenarse irracionalmente, con simples medidas represivas" (14). En palabras de Leary:

La meta era evitar la degradación del medio ambiente, las guerras de agresión, las manipulaciones de la propaganda política, las sumisión del hombre a la tecnología, el imperio indiscutido de la moral wasp, el silencioso envenenamiento de la población con drogas embrutecedoras y venenosas, todo ello gracias a un retorno hacia formas sencillas de vida, la liberación del sexo... (14)

Desde la óptica de Juan Carlos Usó, la propuesta farmacológica y política de Leary trascendía el ámbito meramente lúdico, "pues en cierto modo invitaba a la renuncia de las obligaciones impuestas por el principio de realidad, a rechazar la moral puritana vigente y a desligarse de la lucha por el poder, la riqueza y el status". (73)

Esta política de éxtasis era tan ingenua e idílica para sus adeptos como delirante y peligrosa para aquello que entonces empezaba a llamarse el Establishment. Sin embargo, la ingenuidad no era sólo de Leary, quien no tardó en recibir un ultimatum por parte de Harvard. La ingenuidad  era de toda la juventud que constituía "su principal apoyo". Leary fundó entonces la Federación Internacional para la Libertad Interna, cuyo objetivo era convertir a la LSD en un instrumento educativo para alcanzar el conocimiento pleno del individuo y su liberación del control del Establishment.

Mientras los psicólogos y psiquiatras exploraban los usos clínicos de las drogas psiquedélicas, los hipsters organizaban grupos como la Fraternidad del Amor Eterno, dedicada a importar toneladas de marihuana y hachís para poder regalar LSD como "caritativa distribución de un sacramento"; confraternizaciones de fin de semana entre freaks y hell angels con LSD y galones de cerveza; concentraciones masivas como Woodstock y la Reunión de las Tribus en San Francisco, donde cada persona recibía como cortesía marihuana, LSD o alguna variante de moda como el DOB (mejor conocido como STP); mítines políticos en donde líderes estudiantiles como C. Oglesby declaraban que "la experiencia del ácido marca una frontera en tu vida -antes y después del LSD- comparable al paso que representa adherirse a una postura de radicalismo político." (14)

Juan Carlos Usó explica en un esclarecedor ensayo publicado en el libro Los enteógenos y la ciencia (73) que en una sociedad cuya memoria colectiva aún tenía recuerdo reciente de las cartillas de racionamiento y que justo por esos años comenzaba a vislumbrar cierta prosperidad, semejantes comportamientos y valores no tenían visos de prosperar; además de que cualquier "revolución", aunque fuera "psíquica" no podía ser bien recibida por nadie que se sintiera afecto al régimen. "Por lo demás, el hecho de que Leary se refiriera a la dietilamida del ácido lisérgico como una 'substancia bioquímica sagrada', a todo lo cual se suma la aparición en Estados Unidos de 'dos o tres iglesias psicodélicas'," dio como resultado el surgimiento de "fuertes sentimientos de alarma y prevención en el seno de una comunidad científica, terapéutica y social tradicionalmente protestante y puritana".(73)

 

 

Rock & Drugs: binomio de condena y prohibición

Get stone when you're walking on the street recomendaba Dylan a miles de jóvenes mientras marchaban en pro de los derechos civiles. Get stone when you're trying to be so good enmedio de la guerra fría, get stone when you're there all alone frente al asesinato de John F. Kennedy, get stone when you're riding in you're car bajo el temor a la bomba atómica, get stone when you're traying to make a book en plena escalada del conflicto de Vietnam, con protestas y cantos en contra get stone when you're playing your guitar... El rock sublimó la necesidad de novedades positivas y actuó como soundtrack de una década que, a los ojos del Establishment, estaba mostrándose peligrosamente contestataria. Aquella fue una explosión mundial que dividió a la sociedad, no por clases ni por razas, sino por edades: la decadente ideología wasp había sido herida con una descarga sonora capaz de modificar el comportamiento, el modo de vestir, las expectativas económicas y las opiniones políticas de toda una generación.

Siguiendo el ejemplo de Bob Dylan y The Beatles, muchos grupos comenzaron a realizar experimentaciones líricas e instrumentales. La escuela del norteamericano enseñaba un nuevo vocabulario, las directrices estilísticas de los ingleses marcaban pautas al sonido, y las llamadas drogas psiquedélicas (LSD, psilocina, psilocibina, mezcalina, STP, etc.) completaban el cuadro actuando sobre los estados de conciencia de un enorme sector ávido de escapes. La música de Grateful Dead surgió precisamente gracias a un empleo desinhibido de sustancias psiquedélicas. El líder de la banda, Jerry García nunca ha temido confesarlo: "Todos los Dead hemos tenido problemas con la droga en algún momento de nuestra carrera. Pero siempre respetamos una regla: que cada uno de nosotros era libre de hacer lo que quisiera sin sentirse responsable ante los otros." (65)

 
Ken Kesey articuló varias claves del movimiento contracultural en su libro One flew over the Cuckoo's nest (posteriormente llevado al cine y traducido en México como Atrapados sin salida). Escrito bajo los efectos de LSD, peyote y psilosibina, el texto se complementa con otras invenciones de su autor: los acid-test -en los cuales se improvisaba música, se leían poemas, se escenificaban danzas, obras de teatro, todo bajo los efectos de la LSD- y los viajes químico geográficos del no-Captain Kesey con sus merry pranksters a lo largo y ancho de la Unión Americana.
 

Todos ellos plenamente documentados en textos como el Electric Acid Kool Aid de Tom Wolfe y en canciones como Trukin' de Grateful Dead. Esta banda se convirtió en invitado fijo de los acid-test. Cada uno de sus conciertos duraba entre seis u ocho horas y su comuna, ubicada en el 710 de Ashboury Street en San Francisco, era una de las más activas. Integrada en su mayoría por artistas que subsistían repartiendo sus respectivos ingresos entre todos, el objetivo de la comuna era demostrar que se podía vivir al margen del Establishment.

Jefferson Airplane, otra de las bandas asiduas a los acid-test, compuso en aquel legendario entorno White rabbit, una rola que pronto se convertiría en el himno al empleo libre del ácido. Grace Slick, su vocalista, explica que: "no estaba dirigida a los jóvenes, sino a sus padres. No era una exhortación de la droga. Nosotros la tomábamos, es cierto, pero no nos interesaba hacer prosélitos. Queríamos decirle a los más viejos: 'Dicen que no nos droguemos, pero, cuando somos niños, nos dan a leer libros como Peter Pan y Alicia en el país de las maravillas, que son viajes psicodélicos perfectos'. Es una contradicción." (65)

Del otro lado del océano la cosa no era distinta. En varios clubes londinenses la música psicodélica se enlazaba con lecturas poéticas, conciertos de sitar y de percusiones africanas, proyecciones de películas de Luis Buñuel, espectáculos teatrales de sátiras políticas y de free-jazz, todo en la búsqueda de un «arte total». Allí se mezclaban gentes como David Bowie y Keith Moon entre los más frenéticos amantes de la noche londinense: fiestas, alcohol, drogas y sexo eran el entorno inevitable de una voluntad de vivir que estimulaba la creatividad.

Espero morir antes de llegar a viejo, gritaba The Who a finales de 1965. My generation también se transformó en himno, Pete Townshend relata: "Escribí My generation en un periodo de mi vida en el que la amargura estaba en la cumbre de la moda y en la agresividad, era el requisito absoluto del mod." (65) El trabajo de The Rolling Stones parecía tender cada vez más a presentarse como una reescritura alucinada y violenta del deseo existencial de los jóvenes dentro de una realidad caótica y descorazonada. Las letras de Jagger hablan de desazones existenciales, ironías sobre los medios de comunicación y la idiotez de la publicidad. Empleando múltiples alusiones sexuales, se convierten en nuevos himnos de una generación resentida. Ese mismo año Keith Richards explicaba a la prensa: "Nuestra religión es la destrucción de todas las religiones y de todos los prejuicios, nosotros queremos la liberación del hombre. Cuando oímos a la banda gritar con nosotros, nos damos cuenta de que desarrollamos un verdadero servicio social." (65)

Las actuaciones de éste y otros grupos en medio de masas delirantes, con choques entre policías y fanáticos, provocan condenas y reacciones escandalizadas por parte de la opinión adulta.  En fin, las actitudes y actividades de la juventud europea y norteamericana durante esas épocas están bastante documentas y lo que interesa ahora es destacar que hasta ese momento, aunque las drogas habían dado lugar a subculturas, no había existido nunca una alternativa cultural prácticamente completa con un programa que, por más ambiguo que resultase, estaba basado en una efectiva condición de libertad y dignidad individual.

 

La prohibición del LSD y las demás drogas psiquedélicas

A partir de la prohibición de 1961, las drogas quedaron técnicamente divididas en lícitas e ilícitas y conceptualmente estigmatizadas como buenas o malas. El movimiento contracultural relacionado con las drogas psiquedélicas contribuiría a solidificar el estigma y en 1966 el gobierno de los Estados Unidos promovió una segunda legislación global para prohibir el uso de las drogas psiquedélicas. Se calcula que hacia 1970 alrededor de quince millones de personas en el mundo habían utilizado LSD por lo menos alguna vez. Son muchos los que consideran difícil que sin LSD y sus afines hubiera existido el movimiento psiquedélico, y a la inversa, que sin él esas substancias hubiesen ingresado en el terreno de la prohibición. De nada sirvió que ese mismo año Paul McCartney (el último beatle en probar LSD) declarara a la revista Life: "Me abrió los ojos, me hizo mejor, más honesto y tolerante" (65). Como lúcidamente aseguró Octavio Paz: "Puede entenderse ahora la verdadera razón de la condenación y su severidad: la autoridad no obra como si reprimiese una práctica reprobable o un delito sino una disidencia. Puesto que es una disidencia que se propaga, la prohibición asume la forma de un combate contra un contagio del espíritu, contra una opinión. La autoridad manifiesta un celo ideológico: persigue una herejía, no un crimen." (45)

Fue así como terminaron siendo prohibidas a nivel internacional la LSD y demás drogas capaces de provocar desde sacudidas emocionales y cuadros de pánico, hasta profundas penetraciones psicológicas y experiencias místicas que llevaban a la gente a cuestionar su forma de vida y de organización social, económica, cultural y religiosa. Timothy Leary Leary, por cierto, terminó encarcelado con una condena excesiva por posesión de marihuana.

Y a las nuevas generaciones nos corresponde revertir esta condena producto del exceso, el pánico y la ignorancia revisando los hechos y encontrando una forma segura, sensata y madura de aprovechar el enorme potencial de crecimiento que se nos ofrece por intermedio de las drogas visionarias minimizando sus factores de riesgo. Continuemos pues con esta revisión.

Los malos viajes y la mala imagen de la LSD

Otras cuestiones que se asociaron al uso recreativo del LSD -principalmente en la prensa- fueron una serie de comportamientos violentos, suicidios y casos de gente que enloqueció o "se quedó en el viaje".

El doctor Sidney Cohen, escribía en 1966 que un tercio de los 150 psiquiatras registrados en Los Ángeles habían sido llamados para ayudar por lo menos a una persona que sufría los efectos secundarios de la LSD. Según explica, los "esquizofrénicos ajustados, pueden ser llevados a un nuevo colapso esquizofrénico con la LSD". Como ejemplo cita el caso de un joven de veinte años que "se las arregló para graduarse del colegio y encontró trabajo estable en un supermercado". A los nueve años fue trado psiquiátricamente por "timidez excesiva". Su problema era que "le asustaban las nuevas experiencias y los extraños, pero llevaba a cabo tareas rutinarias bien". Este chico tomo LSD en cuatro ocasiones, la última en una dosis de 450 mcg, después de lo cual se le vio "muy agitado, incoherente, alucinando y actuando bizarramente". llegó a la clínica psiquiátrica "clamando ser el Nuevo Mesias y negándose a comer porque no necesitaba alimento".

 

Después de unas pocas semanas en un hospital local "sin mejora", se le llevó a un hospital del Estado donde "a veces gritaba y lloraba y a veces se quedaba quieto en posición fetal". Según Cohen, "después de un largo tratamiento con drogas y psicoterapia, mejoró y ahora está en espera de ser dado de alta". (2)

Otro problema que observa este psiquiatra es que "ciertos individuos inestables" demostraban "estados de megalomanía". Como ejemplo cita al encargado de un equipo de ventas de una revista que se vendía de puerta en puerta, quien "se convenció bajo LSD de que era el Salvador":

Convenció a su esposa, quien se lo creyó, de que ella era la reencarnación de María. Se las arregló para reunir unos pocos apóstoles LSD, e hicieron planes para irse a la montaña y establecerse allí. Decía que su jefe era Pedro. Pero Pedro se negó a tomar la droga. El Salvador vendió sus posesiones y regaló su dinero. El incidente pudo no haber llegado a mi atención si Pedro no hubiese tratado de retener a un previamente efectivo jefe de ventas... Durante nuestra entrevista el Salvador se mostró hipomaniaco, grandilocuente y absolutamente convencido de su omnisciencia. En áreas no concernientes a su recién descubierta divinidad, su pensamiento era apropiado. No era hostil ni alucinaba. Cuando se le sugirió que podría vebder Biblias en lugar de revistas para que pudiera no sólo mantener a su familia, sino hacer un servicio por la humanidad, no aceptó el consejo. No se pudo hacer un seguimiento. (2)

En opinión de Cohen, un número indeterminado de accidentes tenían lugar durante reacciones paranoides surgidas bajo los efectos de la LSD. Refiere el caso de un hombre joven que saliendo de una fiesta se le vio detenerse en una curva frente a un auto que venía a gran velocidad y gritar "Alto". Su muerte fue instantánea. Para el doctor, a veces era difícil determinar si la muerte era accidente o sucidio:

Un estudiante admitidamente perturbado y usuario de largo tiempo de drogas alucinógenas, le dijo a un compañero de clase que iba a la playa a tomar un 'ácido'. Unas pocas horas después su cuerpo fue retirado del pacífico. ¿Tuvo la idea de que podía caminar sobre las aguas, o el tema de la vida-merte le resultó inmanejable bajo los efectos de la LSD? Tales ideas fijas surgen con gran convicción en los estados psiquedélicos. (2)

Cohen se refiere a algunos casos de "enloquecimientos" que se suscitan tras días o semanas después del uso de la LSD, "sin razón aparente", aunque señala que lo más común son los estados crónicos de ansiedad o depresión:

Un estudiante casado tomó marihuana y modestas dosis de LSD con placenteros resultados. Luego tomó una cápsula de 300 mcg y durante tres semanas después estuvo muy asustado. Pequeños animales se arrastrababan en su habitación, y tenía terroríficas sensaciones de que el tiempo se había detenido. Por las noches caminaba por las calles con su esposa porque tenía miedo de cerrar los ojos. 'Me hubiera matado de no tenerla a ella', declaró. Se preguntaba si 'alguna vez podría salir de esto'. La condición eventualmente desapareció con tratamiento psiquiátrico...
Un estudiante renuente a tomar LSD finalmente fue persuadido por un amigo de tomar 'media cabeza', cerca de 150 mcg. Durante meses después, fue incapaz de estudiar o concentrarse en nada. Tuvo que dejar la escuela porque le resultaba imposible estar quieto en clases o preparar sus debres. Tenía extraños sentimientos de falta de significado de la vida...
Muchas otras cosas han pasado.. Las complicaciones sociales no son menos serias que las psiquiátricas.. En personas ténuemente ajustadas el regreso de la Lisergia puede ser incompleto. Valores y aspiraciones pueden perderse en el camino. Nada vale la pena -estudios, trabajo e intereses familiares se disuelven. Encuentran un poco de similitud con gente desadaptada y forman cultos donde los discursos son una jerga pseudofilosófica y las subidas de una-humanidad-arriba [oneupmanship] significan estar 'en onda' ('cool'). (2)

Con base en este tipo de reportes, la conocida revista norteamericana Life publicó en abril de 1966 un extenso reportaje cuyo tema ocupaba toda la portada bajo espectaculares titulares: Una droga de doble filo que afecta la mente: LSD. Torbellino en una cápsula. Una dosis de LSD basta para desatar un tropel de vivos colores y visiones o terror y convulsiones.

En dicho reportaje se hablaba de "drogas psicodélicas" que "amplían el estado conciente" y por tanto, "constituyen el instrumento mágico para atravesar las murallas culturales de muchos siglos y lanzarse hacia una vida psíquica libre". Esta promesa aparecía vinculada a la figura de Timothy Leary a quien se presentaba como "un hombre muy peligroso" que pretendía iniciar "la revolución psíquica de la humanidad" usando y difundiendo el uso de LSD entre sus alumnos, por lo cual fue expulsado de Harvard y además fue detenido, juzgado y condenado a 30 años de prisión por posesión de marihuana. Este reportaje fue traducido en varias revistas al rededor del mundo y ocasionó un gran eco en diversas pulicaciones locales.

Los doctores Weill y Rosen en su libro Del café a la morfina (61), aseguran que si bien en la década de los sesenta el uso de la LSD pudo haber provocado accidentes y conducido al suicidio a algunas personas, "estos casos fueron excepcionales", pero "los medios de publicidad los exageraron e hicieron aparecer al LSD como una nueva droga, que amenazaba convertir a los adolescentes en lunáticos".

Dicen los autores que cuando la gente entra en pánico, reacciona a menudo de manera violenta e irracional y que estas reacciones tienen más posibilidades de aparecer cuando se toma LSD en ambientes inapropiados, especialmente cuando no se ha probado antes y se usan dosis altas.

 

En su opinión esto fue lo que ocurrió con algunas personas que utilizaron esta droga en los sesentas en el marco de conciertos multitudinarios, reuniones informales con desconocidos y noches de juerga. No obstante, aseguran que para la década de los setenta estos casos eran raros, "no porque hubiera menos gente que consumiera LSD, sino porque habían aprendido a usarlos con más inteligencia. Tomaban dosis razonables de LSD en ambientes favorables –tales como una habitación conocida o un pacífico paisaje campestre-, y con amigos que sabían lo que podían esperar. (61)

 

Las críticas al uso irresponsable de los psiquedélicos

Las posturas críticas de la época  incluyen a personalidades tan destacadas como Theodore Roszak, autor del libro: El nacimiento de una contracultura (32),  considerado como un clásico de obligada referencia respecto a dicho fenómeno. En su estudio específico de las sustancias psiquedélcias, Roszak reconoce su potencial de ser utilizadas como "un instrumento hermenéutico de sabiduría perenne", pero advierte que la toma no debiera ser un fin en sí misma, sino un medio que debiera de contribuir a erradicar una serie de bloqueos de índole psicológica y espiritual, cosa que le parecía poco viable en el ambiente juvenil de la contracultura hippie. En su estudio afirmaba que por el contrario, toda la subcultura psiquedélica no actuaba más que como un auténtico tapón cuyo fin sería "esterilizar la potencia de una herramienta de esa magnitud".

Roszak considera que Timothy Leary ejerció un efecto negativo para la juventud y criticó duramente sus actividades tras su expulsión de Harvard, especialmente las ceremonias en las que "tras pagar una carísima entrada", se servía LSD a los asistentes ofreciéndoles un espectáculo de luz y sonido con algunas apariciones de Leary en el escenario "ataviado con la solemnidad de un Cristo resucitado". Dice Roszack: "Nuestra juventud de hoy ve en la droga el carisma de un saber esotérico y de ahí que defienda su uso con un fervor religioso. Leary les ha enseñado que drogarse no es una diablura infantil, sino el rito sagrado de una Nueva Era". (32)

Por contraposición Roszak aconseja recurrir a toda la tradición acumulada que existe en referencia al uso de visionarios y al tratamiento e interpretación de los estados modificados de conciencia, a fin de utilizarlos de la manera más responsable posible usufructuando en verdad sus amplias posibilidades terapéuticas.

Richard Alpert, un conocido psiquiatra que en un principio trabajó con Leary en Harvard, se quejaba amargamente en 1966 de que "algunos de los mejores amigos de la LSD son sus peores enemigos. En su camino han abortado mucho del cuidadoso estudio de este importante agente. Se las han arreglado para provocar un shock en los ciudadanos hasta el punto en que toda esperanza de introducir de forma segura, precavida y gradual el uso de psiquedélicos en nuestra cultura se ha perdido." (1)

En opinión de Alpert la cuestión de hacer accesible la LSD a todo aquel que quiera vivir la experiencia es digna de cuidadosas consideraciones: "Éstos deben ser candidatos cuidadosamente seleccionados por su estabilidad emocional, motivación y expectación de beneficios. Y las condiciones en que se de la oportunidad de tener esta experiencia también requieren cuidadosas previsiones" (1)

Otra posición crítica la encontramos en los trabajos del psiquiatra mexicano Salvador Roquet, quien asimilando sus estudios occidentales con las enseñanzas que recibió de María Sabina y otros chamanes mexicanos, a principios de los setenta trató a la mayoría de sus pacientes mediante plantas de poder con gran éxito antes de ser encarcelado por el gobierno mexicano bajo el cargo de posesión de sustancias prohibidas (ver más acerca de sus trabajos en Espiritualidad y terapias y en el apartado de Adicción y enfoques para tratarla) Roquet dijo: "Creo que el movimiento hippie es un fracaso. Estos jóvenes son demasiado rebeldes contra la autoridad y están viviendo la experiencia mística como una fantasía, fuera de la realidad. Avanzar hacia la experiencia mística verdaderamente sustentada cambiaría el resultado completamente. Es por eso que cuando Ulises emprendió su larga travesía tuvo que hacer que los hombres lo ataran al mástil: para no ser seducido por la tentación de las sirenas de la fantasía." (31)

El psicólogo Richard Yensen, discípulo de Salvador Roquet dice:

[...] tomar LSD para ir de fiesta es como tratar de cocinar tu comida con poder nuclear, tal vez puedas, pero estás jugando con algo con el poder de acabar con todo, y esta situación se da porque al rechazar la cultura en sí los psiquedélicos, los sumerge en el inconsciente de la cultura; y claro, ¿quién está nadadno por el inconsciente de la cultura?: el adolescente, que está nadando por ese territorio para ver cómo sale de ahí.
[...] cuando yo he visto a muchachos y muchachas que han pasado por algún daño como resultado del uso de alucinógenos, lo más difícil es establecer confianza con ellos, que es lo que perdieron en el momento del llamado "mal viaje": perdieron confianza en el mundo, en los demás, y se conectaron con otros pozos de experiencia que existen en el inconsciente -y que son verdaderamente destrozadores-, se centraron en eso y bajaron de los efectos bajo la influencia de esos sistemas difíciles o negativos. Y claro, tienen que trabajarlas. No es que el saño haya venido del psicodisléptico o del enteógeno en sí, pero sí provocó una reorganización o una pérdida de la organización donde pueden pasar muchas cosas.
(42)

Por último, cito a otro de los discípulos del Dr. Roquet, Josep María Fericgla, antropólogo y psicólogo experto en chamanismo y enteógenos quien sostiene la tesis de que muchas de las culturas se originan en torno al uso de alguna sustancia psicoactiva como vehículo de contacto con lo divino:

Cuando tomas ayahuasca o peyote, al acabar la experiencia, ya no estás igual que antes, descubres cosas de ti mismo y del exterior. Por eso estas sustancias tienen la capacidad de generar una cultura a su alrededor. Esto las diferencia de otros psicoactivos excitantes o sedantes... El impacto en la cultura occidental de la LSD en la década de los sesenta es una prueba de la potencia que tienen los enteógenos para mutar y generar marcos culturales. Esta sustancia generó toda una cultura a su alrededor e influyó de manera determinante sobre la totalidad de la sociedad. Toda la ecología es hija de todo esto, gran parte de la cultura informática, nuevas maneras de moralidad, la nueva era... El arte se ha visto muy influido por este tipo de experiencias, también el humanismo contemporáneo. El constructivismo es una teoría muy elaborada que nace precisamente de la deconstrucción del ego que produce el consumo de enteógenos. si no fuera por estas sustancias, en el ámbito de la psicología, probablemente estaríamos todavía sujetos a psicoterapias no tan eficaces como la gestalt, sino a terapias más rígidas y dogmáticas... (43)

Para Fericgla, este tipo de sustancias son un atajo para el crecimiento personal y espiritual:

Claro que son un atajo. Estas sustancias lo que fundamentalmente hacen es abrir el inconciente. Por esos las metáforas son importantes para poder elaborar la experiencia, ya que en el inconciente no hay nada más que pulsiones, imágenes arquetípicas o emociones bloqueadas. Estas imágenes arquetípicas parece que probablemente sean heredadas. De la misma manera que hay herencias biológicas, tenemos estas herencias de índole psicológica en forma de imágenes. Hay determinados arquetipos que aparecen en culturas muy lejanas y que además son entendidos de la misma manera... (43)

Pero son un atajo que hay que saber utilizar y para poder aprovecharlo:

Necesitamos dar sentido a esas visiones y conocer el inconciente, dando forma a todo este material que aparece tanto en los sueños como bajo efecto de los enteógenos. Sin esta integración, la mayoría de la gente que los toma, al carecer de los instrumentos necesarios, se queda con la experiencia emocional de haberlos tomado sin ser capaces de entender lo que se ha estado moviendo dentro de ellos. Así no cabe hablar de enriquecimiento alguno que la experiencia pueda propiciar... Abrir el inconciente y confrontarlo con lo que pasa por tu conciencia es un proceso de adaptación fantástico, por eso yo creo que a estas sustancias se las debería llamar adaptógenos. (43)

Los estudios científicos de la LSD
En su interesante y documentado estudio de la "Evolución histórica de los usos del LSD", que aparece compilado en el libro Alucinógenios (11), Asunción Fernández presenta una exhaustiva gráfica con los estudios que encontró año por año entre 1957 y 1994 en el Index Medicus y en la base de datos Medline. Los divide en siete categorías: farmacología, experimentación animal, experimentación psicotomimética, tratamientos psiquiátricos, consumo no médico, complicaciones cromosómicas y otros tratamientos. Asunción encuentra que hay tres periodos distinguibles tanto por el volumen como por la clase de estudios que se llevaron a cabo. Entre 1947 y 1966 (año de su prohibición internacional) encontró un promedio de aproximadamente 71 investigaciones al año, siendo 1963 el año más alto, con 106 estudios; y 1966 el más bajo con sólo 16.

Observa que este es un periodo dominado por la investigación farmacológica, con un importante porcentaje de uso animal, también como psicotomimético y como auxiliar en psicoterapia. Y  menciona también las investigaciones que llevó a cabo la CIA con objeto de manipular la conducta humana: "Para ello se creó el proyecto MK-Ultra en el que, desde 1953 hasta 1958, un grupo de químicos de la Armada estadounidense investigaron con LSD... estos trabajos se suspendieron a causa del suicidio de uno de los autoexperimentadores". (11)

Con respecto a la investigación con usos terapéuticos dice que se utilizó de dos formas, en terapia psicolítica, con dosis pequeñas que iban en aumento a  fin de romper bloqueos emocionales para acortar el tiempo del psicoanálisis; y en terapia psicodélica, donde se administraban grandes dosis en una o dos sesiones causando un considerable cambio de conducta en el paciente tratado por alcoholismo, estados de ansiedad y también en psicoterapia. "En ambos casos, la administración de LSD era sólo una parte del tratamiento y en los trabajos publicados se insistía en que, sin psicoterapia y rehabilitación, el tratamiento con LSD no tenía valor." (11)

El segundo periodo que va de 1967  a 1978, presenta un promedio de 49 estudios con 84 como número más alto en el 72 y 14 como más bajo en el 77. Este periodo se encuentra dominado por la investigación no médica de la LSD. Los estudios farmacológicos y sobre su uso en psicoterapia se reducen y la experimentación animal casi desaparece. Según Escohotado (7), la razón está en la dificultad y el peligro que encuentran los investigadores para obtener un permiso de utilizarla con fines científicos "legítimos" tras su inclusión en la Lista I, y según Fernández (11): "La razón está en el abuso de su consumo que, en ese momento, alcanzó los círculos no médicos", por lo que "comenzaron a hacerse estudios sobre los cambios cromosómicos que el consumo de esta droga supuestamente producía", ya que su prohibición en Estados Unidos se basó en los trabajos de Cohen, un investigador que aseguró que la LSD producía daño cromosómico, hecho que durante esta época demostró ser falso a través de varias y distintas fuentes que lo descartaron con suficiente claridad.

El tercer periodo que va de 1979 a 1994 fecha en que se realizó esta investigación, el promedio fue de 44 estudios, con 78 en 1980 y 10 en 1978, como las cifras más altas y más bajas respectivamente. Este periodo se caracteriza por la caída de los trabajos sobre el consumo no médico y una pequeña alza de la investigación farmacológica que decae paulatinamente a finales de los ochenta..

Para quien esté interesado en el uso clínico que se le dio a la LSD, Jonathan Ott cita en su Pharmacoteon (29) a diversos investigadores cuyos trabajos han sido publicados. También está el ensayo de  A. Seva Díaz: "Investigaciones en torno a la utilización de LSD-25 en la terapéutica de las neurosis obsesivas durante los años sesenta" (34), el cual concluye que el abuso de la LSD la apartó "sin suficientes razones" del "arsenal terapéutico" donde se encontraba: Lo cual considera "una pérdida inestimable", y espera que "vuelva, si es posible, a pertenecer al ámbito exclusivamente médico-terapéutico y, más específicamente, psiquiátrico". (34)

En su libro Hacia una medicina psiquedélica, Richard Yensen refiere que durante los años setenta, en el Maryland Psychiatric Research Center de Estados Unidos, se hicieron una serie de estudios con LSD como complemento terapéutico en casos de alcoholismo, adicción a los narcóticos, neurosis, depresión y ansiedad en pacientes terminales afectados con cáncer.

Con base en ellos concluyeron que a pesar de ofrecer resultados muy positivos en no pocos casos casos, este pscofármaco no era adecuado para todo tipo de pacientes y además requería una preparación especial por parte de los terapeutas antes de poder administrarlo:

 

Descrubrimos que aunque prometedora, la LSD no es un complemento terapéutico ideal para uso general. La reacción a la LSD se caracteriza por alteraciones en la conciencia tan drásticas, que normalmente incluyen alteraciones perceptivas y transformaciones ilusorias del entorno percibido, por lo que los psicoterapeutas necesitan formación en técnicas especializadas para utilizar de forma segura las oportunidades terapéuticas que ofrecen estos estados de conciencia tan profundamente modificados. Los pacientes reaccionan a veces con pánico a la LSD, lo que exige una destreza terapéutica particular para poder afrontarlo. Existen momentos de la experiencia con LSD en los que las funciones del ego del paciente se alteran en tal medida que se hace compleja la comunicación verbal. (42)

Yensen también acota que "la desafortunada fama de LSD, fruto del abuso de la sustancia y los controvertidos informes sobre sus falsos peligros, empezaron a crear dificultades a la hora de poder tener pacientes dispuestos y alteraron de un modo desfavorable las expectativas de éstos". (42) Y confiesa que finalmente este factor determinó el fin de las investigaciones con la LSD en Maryland y condujo a los investigadores del centro a "a la búsqueda de otros compuestos que pudieran poseer alguna de las ventajas terapéuticas de la LSD y que carecieran de sus desventajas", por lo cual varios de ellos comenzaron a hacer estudios con psicofármacos como la MDA.

 

Juan Carlos Usó por su parte, es autor de otro documentado ensayo "Sobre el uso clínico de psiquedélicos en España" (37) aparecido en el primer número de la revista monográfica El idiota dedicada a los visionarios. Usó muestra la magnitud de los estudios, los experimentos y los usos psiquiátricos de diversas sustancias psiquedélicas en la España del franquismo y hace un breve recuento de las tendencias actuales.

Respecto a la LSD rescata los trabajos del doctor Ramón Sarró titular de la cátedra de psiquiatría en la Universidad de Barcelona, quien tras tomar parte en un coloquio presidido por Aldous Huxley en los Estados Unidos, decidió a su regreso a España "explorar a fondo la acción del medicamento, tanto desde su punto de vista fenomenológico como psicodinámico y terapéutico".

 

Este maestro, considerado como el impulsor de la Escuela Catalana de Psiquiatría, estimuló el interés de otros colegas suyos como Ruiz Ortega, Martí Tusquets y Gonzáles Monclús de la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Barcelona, quienes publicaron sus trabajos en la Revista de Psiquiatría y Psicología Médica de Europa y América Latina.

El autor también da cuenta de los trabajos de Rof Carballo y González Morado en Madrid destacando su observación de que "las alucinaciones observadas con la LSD reproducen con frecuencia imágenes similares a las que Jung y su escuela denominan arquetípicas y que por serlo, han constituido el tema predominante en las representaciones religiosas de las más diversas culturas... lo interesante con la LSD es que, por primera vez, se demuestra de una manera objetiva la producción experimental de imágenes arquetípicas que conscientemente son totalmente ajenas a la mentalidad del paciente" (37)

Después de mencionar los trabajos de Rojas Ballesteros, Rojo Sierra y Seva Díaz en Granada, Usó pasa a adjudicar el cambio de rumbo en las investigaciones con psicodélicos a los medios de comunicación que "en general pusieron todo su empeño en crear una intensa alarma social en torno a su empleo", y por último se refiere a las tentativas actuales de reactivar su investigación auspiciadas por la Escuela Catalana de Psiquiatría. Menciona los cursos que ha organizado Antonio Escohotado a través de la Universidad de Educación a Distancia y las Jornadas de Enteógenos que se han llevado a cabo en Barcelona "con expertos de la talla de Albert Hofmann, Alexander Shulgin, Jonatha Ottt y Joseph María Fericgla", de quien ofrece una excelente cita: "Dados los esperanzadores resultados de estas terapias, esperemos que pronto se abran las compuertas del sentido común y nos inundemos todos. En especial nuestros políticos" (37)

 

 

Las sorprendentes investigaciones de John Lilly

En el centro del ciclón (20), es uno de los libros más interesantes que puede haber para un investigador de los espacios de la mente. Es el recuento de las primeras investigaciones con LSD que realizó el estadounidense John Lilly, a quien muchos de sus colegas tacharon de haberse vuelto loco por hablar valiente y abiertamente del contacto que pudo establecer con sus guías internos, sus experiencias telepáticas, extra corporales y otras más que, rompiendo los rígidos moldes de la ciencia y su exigencia de comprobaciones "objetivamente" reproducibles, lo dejaron marginado del campo de la "investigación seria" por algún tiempo.

 

John Lilly es un pionero en la comunicación con delfines y en la investigación cerebral. A principios de la década de los cincuenta inventó el tanque de aislamiento sensorial y entre 1964 y 1966 realizó algunos de los más interesantes experimentos con LSD antes de la prohibición internacional. Su trabajo contribuyó a alentar el interés mundial en los delfines y las ballenas y sus experimentos con el tanque y la LSD dieron pie a la película estadounidense Altered States (Estados alterados). Es autor de doce libros y diversos ensayos que incluyen las teorías de las realidades internas, el modelo hardware/software de la mente/cerebro, así como un modelo de comunicación entre la especie humana y los delfines.

Entre los experimentos que realizó con la ayuda de la LSD-25 se cuentan los de metaprogramación positiva inducida bajo los efectos de la droga. Este es un resumen de su teoría básica y sus resultados:

1. La LSD-25 facilita los sistemas positivos (recompensa, reforzamiento positivo) en el Sistema Nervioso Central (SNC).
2. La LSD-25 inhibe los sistemas negativos (castigo, reforzamiento negativo) en el SNC.
3. La LSD-25 añade ruido a todos los niveles, disminuyendo muchas barreras en el SNC.
4. Aumentan los aparentes beneficios de las programaciones por debajo de los niveles usuales de conciencia.
5. La capacidad de la metaprogramación (sugestionabilidad) aumenta, permitiendo mayor programabilidad mediante fuentes externas de auto-programación [hipersugestionabilidad de H. Bernheim (1888), Clark Hull (1933).]
6. El estado continuamente positivo (reforzamiento positivo, recompensa, placer) más la inhibición de la actividad de los sistemas negativos ocasiona un aumento positivo en el reforzamiento positivo de lo siguiente:
a. el yo
b. pensamientos propios
c. pensamientos inducidos por otros
d. otras personas
e. el ambiente
f. cualquier patrón complejo introducido (p.e., música, pinturas, fotos, etc.)
7. Mediante una exposición subsecuente, los efectos decaen lentamente en un periodo de dos a seis semanas, durante el cual hay una sobrevaluación de 6 (a-f). Se pueden detectar efectos residuales hasta un año después.

8. Las exposiciones repetidas semanales o bisemanales por periodos de varios meses (años) mantienen los reforzamientos si las condiciones anteriores (inputs y outputs) pueden ser reproducidas. (21)

Por experiencia propia dice Lilly que:

En el uso y el mal uso del LSD hay que tener en cuenta que si uno tiene programas auto-destructores en el incosnsciente, debe procurar estrictamente contar con una guía y consejo adecuados, antes, durante y después de las sesiones. Debido a la calidad liberadora del LSD se liberan programas por debajo de los niveles ordinarios de conciencia. En el estado normal hay contraprogramas que trabajan contra aquellos. En el estado LSD, se pierden las conexiones entre programas que aseguran la supervivencia del organismo. (20)

Es por esto que Lilly no se muestra particularmente partidario del uso de este psicoactivo pues cree que los mismos resultados pueden alcanzarse a través de otros medios con mayores beneficios.

A pesar de que Leary y muchas otras personas han dicho que la LSD expande la conciencia, yo no creo que lo haga. Creo que lo que hace es constreñir la conciencia y convertirla en un rayo de luz de búsqueda [searchlight beam] enfocado en ciertas direcciones para que puedas llegar a espacios a los que nunca antes has llegado. Si puedes hacer lo mismo que con LSD, digamos a través de la meditación, el trabajo en el tanque de aislamiento, trabajando en ti mismo simplemente, o como sea que logres cambiar tu estado hacia esta dirección, verás la diferencia. Sin la droga tienes una visión periférica. Tienes audición completa y presencia total y sabes todo lo que hay fuera de esa situación, así es que tiene las mismas ventajas que la meditación. Te da una conciencia muy amplia que es inimitable e incambiable, como la conciencia misma. (21)

Otra aportación especialmente relevante surgida a través de las investigaciones de Lilly, son sus tablas de los estados de la conciencia humana o niveles de le energía mental que van del –24 al +24 en una curva donde el –3 y el +3 son los niveles más bajo y más alto respectivamente que se pueden llegar a experimentar. Por ejemplo, según esta tabla, el +12 es un estado de conciencia superior, previo al +6 y al +3 que es ya la fusión con la esencia, descrito como un "Estado de bienaventuranza, realización del Baraka, recepción de gracia divina, amor cósmico, energía cósmica, alerta corporal aumentada, la más elevada fusión de la conciencia corporal y planetaria, estar enamorado de todo, estar en un estado positivo de energía LSD. Estar en el Oth." (20)

Según describe John Lilly, en dicho estado de conciencia simplemente es imposible no amar todo lo que te rodea y no querer compartirlo. De hecho, la comprobación de que te encuentras en tal estado de conciencia es el deseo imperativo de que otros experimenten lo que tú estás experimentando porque el amor es sinónimo de compartir (ver más información al respecto en la sección de Cartografía de la experiencia psicoactiva).

 

 

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