![]() |
Escritor
y usuario de alcohol
y thíner
Entrevista
realizada por Karina
Malpica el 15 de
junio de 1999,
en Tepoztlán, Morelos, México. ANTECEDENTES
Conocí a Oto en un curso de Formación de Promotores Ambientales que se llevó a cabo en Tepoztlán, aunque ya lo había visto por el pueblo bebiendo cervezas en la plaza del mercado. Me impresionó mucho su forma de escribir y nos hicimos cuates. Otras personas que lo conocían me hablaron sobre su afición al thíner y al alcohol y me refirieron algunos episodios de violencia que había escenificado bajo sus efectos. Dos día
antes de esta entrevista yo había ingerido un té de floripondio
en compañía de unos amigos y aquél era mi tercer día de viaje aún bajo
los fuertes efectos de esta planta que van disolviéndose poco a poco en
el transcurso de 72 horas. Justamente
estaba con unos amigos en el jardín de la casita que rentaba yo en Tepoztlán
cuando llegaron Oto y Zarco. Estuvimos fumando marihuana
y platicando un rato hasta que todos se fueron y sólo quedamos Oto, Zarco
y yo. Sabiendo que Zarco practica el bon budismo, aproveché para hacerle
algunas preguntas sobre algo que me tenía inquieta desde hace algunos
días respecto a cómo identificar y desactivar los egos. Me explicó lo
básico y me invitó a asistir un taller con un lama tibetano que estaría
de visita en la ciudad de México la siguiente semana. En medio de la charla recordé que quería hacerle una entrevista a Oto respecto a sus experiencias con el alcohol y los inhalantes. Como ya antes él había faltado a una cita que acordamos para ello, no quise desaprovechar la ocasión y le propuse hacérsela en esos momentos. Oto estuvo de acuerdo y Zarco quiso estar presente. Estábamos conectando el micrófono al estéro de mi habitación cuando llegaron mis caseros. Salí a hablar con ellos y de repente, ¡comenzó a temblar! Se escuchó un gran estruendo y mis amigos salieron corriendo del cuarto. Nos enteramos por los vecinos que un enorme árbol seco se cayó por allí cerca. En fin, el caso es que pasada la conmoción, los caseros y los vecinos se fueron y nosotros regresamos a la entrevista. Yo comencé
con mis preguntas pero algo extraño ocurrió. De pronto mi consciencia
se desdobló en dos canales. En el primer canal yo seguía en automático
inventando una pregunta en mi mente, formulándola y escuchando un poco
de la respuesta de mi nervioso entrevistado; sólo un poco, justo lo necesario
para sacar un comentario o una nueva pregunta de lo que escuchaba y repetir
el ciclo. La otra parte de mi consciencia estaba en el otro canal observándolo
todo, y encontró totalmente absurdo ese ciclo de evidente incomunicación.
Oto se encontraba allí delante de mí, sufriendo al rememorar sus experiencias
con los inhalantes y algunos pasajes de su infancia, y yo me sentía
fría y ávida de información queriendo consignar sus experiencias para
usufructuarlas bajo la excusa de un libro que llevaba ya tanto tiempo
sin atreverme a terminar. El relato de mi viaje está en la sección dedicada
al floripondio,
así es que aquí basta consignar aquí que mi condición
previa en esta entrevista fue la de una conciencia
disociada y un tanto confusa. ENTREVISTANombre
o seudónimo
OtoLugar y fecha de nacimiento 8 de agosto de 1968, Ciudad de México. Ocupación Escritor. Karina: ¿Qué drogas has consumido
a lo largo de tu vida? Oto: Chemo (thíner), alcohol, marihuana... Karina: ¿Cuál es
tu posición en el debate en torno a la despenalización de las drogas? Oto: Me da igual.
Karina: Acaba de temblar. Estamos
en Tepoztlán, y aprovechando la coyuntura, resulta que aquí Oto estaba
precisamente comentando algo respecto a su experiencia con inhalantes
vinculada al temblor del 85 en la Ciudad de México...
Oto: No, pues la verdad es que la primera vez que me metí chemo fue en el 85. La tarde del 19 de septiembre del 85. Cuando comenzó el temblor precisamente estaba yo en la calle con unos compas, inflando las bolsotas de chemo, no? Y como les dije, desde el 85 me meto chemo… no un poquito antes; de hecho la primera vez que probé la marihuana, probé el chemo. Fue en diciembre del 83. Desde entonces pues se puede decir que soy usuario o adicto. Karina: ¿Ha ido aumentando el consumo,
ha sido igual o cómo ha sido? Oto: No pues, ha sido un uso que va alternando ciclos; donde se incrementa el uso, de repente baja; sube, baja. ¿Cada cuándo? Siempre, ¿no? Yo creo que la cotidianeidad del drogadicto pues es la droga. Karina: Entonces ¿tú te calificas
como adicto? Oto: No porque sería así como compadecerme de mí mismo. No, más bien la uso y sí la uso frecuentemente. Y pues a lo largo del tiempo, con todo lo que he probado, pues sí he llegado a discernir entre qué cosa me meto, ¿no? Karina: Pero a ver, usando aquí el
término adicción en la acepción común de "no puedo dejar de hacerlo",
¿tú sientes eso con los inhalantes, con el alcohol,
con alguna droga en particular? Oto: No, ahora ya no porque he trabajado mucho. Sobre todo con los inhalantes y con el alcohol, con otras cosas pues no… como la marihuana, pues eso no, ya es pan de todos los días. Cuando se puede ¿no?, porque a veces el pan está escaso. Pero sí tuve una adicción muy-muy-muy fuerte a los inhalantes. De hecho sí llegué a pasar algunas temporadas en la ciudad… muy chavito, muy joven, muy adolescente, muy tierno, muy pendejo. Realmente los inhalantes son como un juego pirotécnico en tu cabeza y pues a lo que estás apostando es a la volatización de todas tus neuronas, ¿no? Y se lleva un chingo cada bolsaso. Karina: ¿Y tú estabas consciente de
esto? A ver, vamos a empezar con una historia típica, con el cliché de
que el que le entra a los inhalantes es que tiene una historia familiar
de abandono y se convierte básicamente en niño de la calle y empieza con
los inhalantes. En tu caso, ¿qué tanto se aparta la realidad del cliché
o sí encaja? Oto: Eso de niño de la calle… sí, pero dentro de ciertas circunstancias socio-económicas y culturales que no corresponden a la situación de un niño de la calle desamparado ¿no? Más bien yo me ubicaría en el contexto banda... Banda, chavo tronado por su historia familiar que se refugia en las drogas y pues trata de escapar del mundo o acercarse a otras realidades ¿no? Porque también tenía yo el referente de un chingo de lecturas porque es mi pasión leer sobra la vida de los locos y lo que se meten. La influencia de las drogas en la humanidad. Karina: ¿Cómo estaba relacionado tu
uso de esta droga con tu ambiente familiar? ¿Era así como de rebeldía
o de qué? Oto: Hay mamita, pues yo crecí con la droga. Yo creo que la probé desde el vientre mismo de mi madre ¿no? Yo creo que mi madre pues no sé si andaría o enchochada o pacheca o borracha o simplemente ya era su estado normal, ¿no?. Yo soy de la generación del 68. Yo nací en el 68. Soy de la generación de hijos de los protagonistas de esa revolución contracultural del 68, de los jipis, los movimientos estudiantiles, se retoma el anarquismo, la rebeldía y todo esto… Y pues sí, dentro de mi contexto familiar, mi madre siempre fue rebelde por naturaleza. De hecho su padre la llegó a reprimir algunas veces mandándola al psiquiátrico y el detonante de esto era el uso de droga y pues, todas las conductas indeseables a lo que esto conllevaba y pues el choque con la cultura mocha, tradicional de la familia… y pues mi madre… a mí me han dicho algunas tías que sí se metía mota, alcohol… se fue al psiquiátrico por peyote, y pues… era muy borracha, muy-muy-muy borrachita. No alcohólica, pero era el ambiente ¿no? de la contracultura, de la rebeldía… Toda esta ritualización de lo rebelde con sus mitos, ¿no? sus avatares del desencanto… músicos que se mueren prematuramente y la chingada… todo el desmadre. Pero para mí era fascinante, porque era ver dos mundos, era compartir dos mundos, ahora sí que como hessianamente, el mundo ordenadito de la familia, del rosario, de las viejas mochas, de los regaños, de los consejos, de todo… y aparte ese mundo oscuro muy propio de mi madre. De mi padre no tanto, mi padre era más bien más serio, muy rebelde pero más serio. Pero pues mi madre, al rebelarse de todo eso, se fue al polo opuesto, a la rebeldía total. Y pues yo, a la primera persona que vi fumando mariguana, yo creo que fue desde bebé, porque tenía contacto mi madre con güeyes muy locos, contraculturales, artistas, bohemios y la chingada… una atmósfera así muy loca en la casa. Karina: ¿Y entonces tu entrada, fue
con los inhalantes o con otra droga? Oto: Pues mi entrada fue con el alcohol. Me puse una borrachera como a los ocho años en una fiesta de mi madre; porque yo compartía sus orgías de ellas, ¿no? Así ¿no?, no participaba, pero estaba así de incógnito, como que de duendecillo merodeando por todas partes y a veces me echaba mis vasos de vino tinto, mis cervezas y pues, ahí eran realmente desmadres porque, pues era la época ¿no? Del sexo libre y de la chingada y pues también puedo decir que por ahí, si algún referente hay allí de mi conducta, yo creo que fueron ciertas impresiones muy cabronas que tuve en mi infancia muy temprana ¿no? Pues ver cabrones cogiéndose y drogándose y en el desmadre y luego en esta encrucijada de la cultura tradicional, conservadora y este rollo mi madre en la rebeldía y todas sus crisis… Karina: Estaba hablando hace tiempo
con unas personas respecto a cuando llega a la mente de una persona, de
un niño la noción de que las drogas son algo malo, si llega, y en qué
contexto ¿no? Si tu vivías, digamos, rodeado de ello, ¿en qué momento
te entró, si es que te ha entrado, ese concepto de droga igual a maldad,
igual a muerte? Oto: Droga igual a muerte, pues en relación al daño orgánico, físico, ¿no? o sea porque si te quieres suicidar, pues… o sea no lo digo en tono de moral, pero lo digo en relación al cemento únicamente quizá, porque sí me llegué a tomar consciencia, sí me llegué a sentir dañado orgánicamente, si llegué a tener dislexia… una amiga muy querida me sacó de allí… sí llegué a estar muy flaco y todo tronado, pues es un rollo destructivo… ¿Cuándo tomé consciencia de ello? Pues cuando decidí que me quería quedar aquí, ¿no? No me quería ir pa' allá, ¿no? Karina: Y ¿te gustaría hablar sobre el tema, o no? Oto: Sí, pues sí. Karina: Pues entonces dime, ¿qué onda, cómo llegaste a ese fondo y cómo saliste? Oto: ¿Cómo llegué a ese fondo? A través de sucesivas temporadas o etapas o ciclos de utilizar el chemo así reiteradamente, así como una obsesión compulsiva, de… necrofilia ¿no? Es un viaje muy necrófilo el chemo. Y va mezclado con una pinche sensación de sexualidad así muy vinculada con lo necrófilo, con lo acá, con lo tenebroso, de autodestrucción. Entonces tu pregunta es como llegué a… ¿cómo? Karina: Es que cabe aclarar que estamos haciendo la entrevista bajo todavía algunos efectos de mota y yo todavía de floripondio por lo que a mí ya se me olvidó la pregunta… pero este, bueno, ahora me surge otra oyéndote. Porque bueno… es que dentro de la investigación que he hecho, yo nunca he probado los inhalantes, entonces no tengo ningún referente de cómo es un viaje con inhalantes, ¿cúal es el efecto? Oto: El inhalante es un viaje muy repentino, desde que te entra el gas, o lo que se desprende de la sustancia, creo que son flurocarbonados, y benzeno, tolueno, y cuanta madre… Pues es loquísimo. Yo lo llegué a manejar como un pasón a nivel de sensaciones, no sé si llamarle así, de sensaciones anímicas, como de llegar a recuperar sensaciones que alguna vez fueron muy placenteras o muy definidas, como algo que te marcó algún momento… clavarte allí… pero de repente… Es muy raro… es un viaje muy evasivo el chemo, te para… te… es muy raro… alucinante. No lo puedo definir con palabras. Lo que sí te puedo decir es que es una adicción psicológica y se convierte en una obsesión porque es un viaje que te sientes bien; o sea es una droga pues; te cambia todo, pero si te quedas en esa trampa, ahí te quedas. Tengo cuates que se han ido en ocho meses, un año; han tronado, pero un chingo. Han terminado muy mal. Karina: Y ¿cómo… En esa pregunta estábamos,
lo que pasa es que también me desconecté porque sentí que a lo mejor te
estaba haciendo recordar algo doloroso y la pregunta era precisamente
eso: ¿cómo llegaste al fondo y cómo saliste de allí? Oto: ¿Cómo llegar al fondo? Pues agotando todas las posibilidades. Más bien todos los sin sentidos de meterte chemo y viendo que hay drogas mejores y no tan dañosas como el chemo… El chemo es mortal. A veces he alucinado que es como una conspiración contra la juventud marginal ¿no? La juventud de los barrios, de las colonias populares, de los obreros; es mi alucine ¿no? Una conspiración del gobierno, no sé… para tenerla aborregada, dócil, para romperle todas las expectativas de tomar consciencia, de rebelarse, ¿no?. El chemo es muy cabrón porque te parte la madre, te la súper parte y aparte te sientes mal físicamente… Te sientes mal. Karina. ¿Entonces qué te retiene,
nada más la sensación de estar ahí, o de no estar o…? Oto: ¿Qué me retiene? Una obsesión de autodestruirme, un impulso inconsciente de hacerlo, no sé… ¿Y entonces cómo pudiste lograr salir
de eso? Oto: Simplemente no haciéndolo. Dije me siento muy mal, sudo y huelo a tlapalería, me echo un pedo y huele a chemo, me duele la cabeza. Puta, todo este pinche tiempo que estoy ocupando en chemearme; un toque todavía me permite escribir. Otra cosa, referente a lo de escribir, en el chemo me han surgido alucines personales, muy míos de mi escritura propia; pero mi goce es, cuando ya no estoy chemo, leerlos, ¿no? y acordarme de que estaba chemo cuando estaba escribiendo… o cualquier burrada, un dibujo alucinante. Hace ratito estabas comentando que
en realidad no fue un abandono sino más bien un cambio de los inhalantes
hacia otra droga… Oto: No, no fue un cambio, ni un abandono, fue una moderación. Si yo te platicara mis horas de vuelo y las intensidades de estos vuelos, pues, puta… atacadisisísimo desde muy chavito… pero bastante. Me decía un amigo: Atakeshi Majareshi, tú eres el Atakeshi… Pero a ver, en términos de tiempo
y de cantidad, ¿inhalabas diario, y si era diario, qué cantidad cada día? Oto: Sí era un poco riguroso en ver cuanto me metía, pero a veces la obsesión se desborda y esa necesidad por el chemo, que es psicológica, no física, me ha dicho un amigo… o sí, pero se puede controlar. Una vez me chingué como medio litro de chemo, después tomé alcohol y los ojetes de mis familiares me mandaron al psiquiátrico porque sí andaba muy loco… Me rasuré la cabeza con una navaja, un rastrillo, pendejadas de esas… toda cortada estaba mi cabeza… puras locuras. Locuras… para mí en ese momento no eran locuras, era lo que quería hacer… Una coherencia de rebelarme ante los valores del lugar donde estaba viviendo, porque estaba viviendo en ese tiempo con mi familia y no estaba a gusto, no sé, era como llamar la atención, ¿no? Karina: Hace tiempo estaba platicando
contigo respecto a una teoría que me dio una mujer, una teoría esotérica
de que todas las drogas están vinculadas con el plano astral y que diferente
tipo de droga tiene diferente tipo de ente astral que te acompaña en el
viaje y estás con él bajo sus dominios… entonces tú en alguna ocasión
me dijiste que los inhalantes sí eran una cosa bastante demoniaca y quisiera
que abundaras sobre eso. Oto: Pues sí, bastante demoniaca… Es algo que te está matando. Te está matando y no te está dejando nada a cambio. En el viaje de chemo te sientes muy chingón, puedes tener mucha energía; de hecho los chavos banda que delinquen en la ciudad, muchas de sus acciones las hacen chemos. Te da valor, eso sí, el chemo uta… cántale un tiro a un cabrón que está en chemo y hu… vas a ver… es así como ni pedo. Es muy demoniaca, te cambia, te transforma. Karina:
Y... este… ya no se me ocurre qué preguntar ahorita. Te paso el micro
Zarco...
Zarco: Eso que mencionas
de la teoría esa, sí me parece un poco acertada, porque la manera de actuar
de las personas tiene que ver con lo que se meten; por ejemplo el uso
y abuso de alcohol
con coca, refleja
una personalidad de alguien específico, ¿no? tal vez neurasténico o con
problemas de sexualidad; un marihuano
es tal vez de otro tipo… soñador, más alivianado, más romántico… un romanticismo
en cuanto a esto ¿no? Y el inhalante es terrible porque es un auto ataque
en el sentido más negativo. O sea aniquila la personalidad de la persona
y lo vuelve un guiñapo. Tal vez el uso de algunas drogas esté relacionado
con el tipo de sociedad en la que está. Tal vez la cocaína
sea bien vista en ciertas partes, está cool en donde la mejor pues
es la más cara, ¿no? Y el desprestigio de la misma droga en el sentido
drogarse por drogarse con sustancias como los hongos
y el peyote que
antes sólo eran permitidas a los chamanes, los sacerdotes. Eso pasó con
María Sabina, iban las chicas chicos de pelo largo y los chicos de pelo
largo y realmente nunca entendieron que el hongo
era sólo para curar ¿no? El espíritu o lo físico. El buscar el viaje por
el viaje, te trae a veces un regaño, a nivel espíritu ¿no? Eso sería importante
también. Oto: Pues sí, dentro del referente social al contexto de la droga en la cual está el usuario, pues sí la coca se ubica en un referente y el chemo en otro. Y yo a pesar de que socialmente no pertenecer al barrio bajo, yo sí me fui allí a convivir con los compas por rebeldía y pues sí era una norma del rito de drogarse y dentro de ese rito estaba el chemo como uno de los activos de la fiesta. Es el ritual callejero fugarse, chemearse, andar atracando, etcétera, etcétera, etcétera. Karina: Pensando en lo que dice Zarco,
que hay como un determinado tipo de personalidad para cierto tipo de droga,
recuerdo que hay una clasificación en la que el alcohol
y los inhalantes
están catalogados como drogas de evasión de este mundo; y la cocaína
y las drogas de brío están para otro tipo de gente que está como dentro
del sistema y quiere seguir estando en el sistema, soportarlo, no evadirse
de él; y está también la alternativa de las drogas de excursión psíquica
que serían los alucinógenos o las llamadas plantas
maestras, para los que sí están en este sistema y no están
muy de acuerdo, tampoco se quieren evadir, pero están explorando, buscando
otras cosas, ¿no? Entonces, según esta clasificación, la gente con la
que tú conviviste… ¿cómo ves, encaja en este patrón de evasión, y tú mismo
qué? Oto: ¿Encajan ellos en este patrón de evasión? Yo más bien pienso que encajaban en el papel de afrontar su propia circunstancia de seres de la calle marginados y bandas y delincuentes y de una unidad habitacional donde hay poco espacio y mucha gente y hay mucha violencia… una ciudad aturdida y llena de estrés, ¿no? Pues, es para armar tu propia fiesta evadiéndote para afirmarte como la banda con el rito de drogarte, ¿no? Karina:
Entonces no es evasión en ese sentido de fuga sino como un refugio…
Oto: Sí, sí. Es una manera de refugiarte en algo que te consuela, que te da otras sensaciones y otros estímulos que no te da el pinche golpe tan cabrón con la realidad, con la necesidad cotidiana, con la carencia, ¿no? Con la soledad. Karina:
Y el alcohol, ¿cómo
lo ves, igual?
Oto: Pues el alcohol también lo veo como una droga de evasión pero aparte es una droga que ha sido manipulada ¿no? Como manera de lubricante social, de volver a la gente… de condicionar a la gente… Es para socializar, ¿no? Pero es totalmente un mecanismo de evasión y de los más cabrones, pero aparte el alcohol es como un elemento medio masoquista porque cuando abusas de él sí te llegas a sentir realmente muy mal, sobre todo cuando te cruzas; las peores cruzas son con el chemo y alcohol, te pueden mandar al psiquiatra, te pueden fundir un cable… Cruzas… combinar alcohol con inhalantes está muy cabrón. Pierdes noción de la realidad. Yo como en lo personal soy muy paranoico, pinche trauma que tengo la paranoia, pues se me bota a mil por hora la paranoia, me desquicio y pierdo piso y… o sea, cosas locas, ¿no? Karina: ¿Cómo qué? Oto: ¿Cómo qué? Pues como subir una montaña a las doce de la noche, lloviendo, a punto de caerme en unas rocas y no tener consciencia del peligro, ¿si? Karina: ¿Y has llegado a poner en
peligro a otras personas? Oto: ¿Con la droga? En peligro así de su vida, de querer matarlos y eso, no. En general no soy violento. Nunca fue parte de mi relación con la banda vincularme con esos aspectos de la violencia, nada más era un vínculo de camaradería, del choteo, del albur, del sarcasmo, y de pues esas accioncillas de hacer pintas y robarte una botella y asaltar a un güey en la calle, etcétera. Pero no, nunca, más bien he afectado a personas cercanas a mí por… porque sí. Karina:
¿Emocionalmente dices? Oto: Sí, emocionalmente. A mi hijo y a su mamá. Karina: ¿Y del alcohol
qué onda? Tú un día me dijiste que eras dipsómano y yo no supe como reaccionar
ante eso ¿no? Porque te invité a una fiesta y me dijiste: "No voy
porque soy dipsómano y me pongo violento." Entonces yo me quedé así
como qué onda, porque no entendí cómo me lo dijiste, no alcancé a sensar
si me lo decías como orgullo, como quien dice soy escritor o soy cantante…
O si no con orgullo, por lo menos como una profesión, así como si yo te
digo: "Soy carpintera" y tú me dices "Soy dipsómano"
Así en ese tono lo sentí y entonces me quedé pensando ¿qué onda con esto, o sea… Oto: Sí, a lo mejor te quería desafanar, o a lo mejor no quería ir o a lo mejor andaba de mamón. No, no es que sea dipsómano, es que mis etapas de alcoholismo también han sido crónicas. Dentro de mi uso con drogas, el alcohol ha tenido bastante brío en mi vida. Decirte soy dipsómano es como despertar un fantasmilla del pasado en el cual sí era dipsómano, en el sentido de encerrarme a beber solo con una botella a pensar en mi vida, a rumiar como rumia la vaca… Pero no, no soy dipsómano. Lo dije por un orgullo mamón de autodestrucción, porque yo alguna vez yo llegué a estar orgulloso de estarme autodestruyendo. Y sí, fíjate, es un ego muy cabrón. El ego de la autodestrucción, fíjate, ya llegamos al punto de partida… sentirte chingón de estarte autodestruyendo… Zarco: Sería como alguien que se hace mucho
percing por todos lados, las perforaciones. Entonces lo ves: yo no estoy
de acuerdo contigo, pero yo me voy a hacer daño para demostrarte cuánto
no estoy de acuerdo contigo. Es el mismo axioma. O sea, yo no estoy de
acuerdo con ustedes sociedad, y yo me voy a chingar a mí mismo, yo me
voy a chemear, yo me voy a… llegar a lo peor, a verme de lo peor, a beber
sin ningún detenimiento porque yo no me quedo allí mismo… ese es un ego
mal entendido. Es un complejo de inferioridad o superioridad, como lo
quieras ver. Y la mayoría de los adictos estamos a veces en una cuestión
autodestrucción, propia, escogida, porque no estás de acuerdo con cosas
¿no? Es bastante estúpido, es un ego, claro. Acuérdate que un ego es la
sobre exaltación de tu persona o lo contrario, el denigrarte, los dos
son egos. ¿Cuál es peor? Pues, ahí depende, pero los dos son egos. Oto: El ego de la autodestrucción, de la melancolía, de la tristeza, de la depresión, de mírenme cómo me hundo y qué chingón soy… Y fulanita me dejó, pero soy tan chingón que en respuesta me voy a hundir pa que cuando me vea, aquí estoy hundido, pero yo soy chingón… Sí, sí, sí. El ego.
Zarco: Sería como algo muy delgado, como el
hielo. Demasiado frágil ¿no? alguien que… porque entendiéndolo así crudamente
es una fragilidad tremenda ¿no? O sea me dejó mi vieja, me dejó mi hija
y ahora y mismo me chingo, para que cuando ellas me vean, me vean todo
dado a… y haya cierto rollo de que se compadezcan de mí por verme mal,
o culpa tal vez… o sea ya allí cada quien dispara diferente. Oto: Es un mecanismo bastante enfermo ¿no? Tenía una novia muy bonita, pero… andaba agarrado de la mona con la otra mano… La mona es una estopa con thíner. Y como para chantajearla, para llamarle la atención, como decirle, pélame, ¿no? quiero más, requiero más… me chemeaba… Y todavía me quería la chava… Pero se ponía muy triste, se ponía a llorar, pero yo prefería quedarme con… No prefería, compartía los dos mundos… y la chava, como me quería tanto, se quedaba conmigo. Cuestionaba… y todo eso. Karina: Y bueno, otra cosa que usualmente
dice la gente, es que los usuarios de los inhalantes
no saben realmente cuáles son las consecuencias que tiene sobre su organismo.
Y tú hace rato mencionaste -y fue lo que sí me pareció bastante autodestructivo-
cuántas neuronas se te mueren cuando jalas y lo sigues haciendo, ¿qué
onda con esta consciencia de autodestrucción tan lógica, tan fría, no? Oto: Mi lógica tan enferma y fría, era que: cuando ya me sienta muy mal, me voy a dar un tiro en la cabeza y ya… Karina: La consciencia de saber que
te estabas matando neuronas no evitaba que lo hicieras porque ya tenías
planeada la escapatoria final, pero a partir de que tú tomaste la decisión
-no sé aún si de abandonar o sólo de bajar de intensidad- ¿sentiste algún
cambio en el funcionamiento de tu mente? Oto: Claro que sí he sentido un cambio porque ya hace meses que no le jalo, pero las neuronas que ya se fueron, pues ya se fueron. Creo que tenemos muchísimas neuronas. Yo tengo un poquito menos… bastante menos de las que debería de tener, pero trato de utilizar las que me quedan, ¿no? Karina: Si, pues hay millones y millones
de neuronas que no tenemos activadas, ¿no? pero… de qué sirven, ¿no? Si
no las estamos usando, ¿qué importan, no? A lo mejor se pueden quemar
y… o estás quemando tu oportunidad de usarlas… pero bueno... ¿Cuántos
años usaste tú inhalantes? Oto: Bueno, cabe aclarar que no fue un uso continuo, porque según tengo entendido la vida cerebral de un inhalador consuetudinario es de seis, ocho meses. No, yo… La primera vez que lo probé fue a los trece años… tuve épocas muy cabronas, como de los quince a los dieciséis, un año muy pesado. Pero dentro de mi vida, no solamente existe la droga; porque uno siempre tiene referentes culturales, tiene amigos… o sea yo nunca le fui leal a la adicción… Me hacía mis limpias por voluntad propia… un poco tomando consciencia de quiero limpiarme ¿no? Pero… así, en tiempo, en tiempo… no te puedo decir… Pero fue muchísimo. Karina: ¿Algo más que quieras agregar? Oto: Pues, que cada quien es libre de experimentar con las sustancias que quiera y que encuentre, que consiga. Pero pienso que todos lo debemos de hacer con consciencia de qué nos estamos metiendo y a donde nos está llevando… porque el chemo no tiene salida, más que tú mismo, tu propia voluntad de decir ya basta. Y si te quedas allí, pues te quedas en un juego de ilusiones… una maya… y puede ser una alternativa para muchos, ¿no? Pero creo que para mí ya no. Zarco: Yo creo que el chemo,
las drogas más sofisticadas, todas, sin consciencia, te llevan a la chingada.
El problema es de consciencia y de los estados de poder… O sea, se distribuye
cocaína y está
de moda, por algo… no es de a gratis. También los gobiernos y estados
políticos tiene mucho que ver en cómo se droga la gente. Oto: Sí, no es de a gratis que la cantidad de marcas de pegamentos que contienen estas sustancias que te activan esos estados de consciencia alterada estén a lo largo y ancho del país y haya tantas… y estén permitidas y su utilización no esté realmente bien regulada para que los chavos no tengan acceso a ellas… Pero no. Yo las compraba en la tlapalería… El dependiente me veía con una jetota, pero el dinero brilla y ya… O a veces las compraba un cuate más grande. Karina: Oye, y respecto a la creatividad…
porque lo haz mencionado en la entrevista y yo sé que escribes bastante
bien, ¿cuál es la relación entre tu escritura y las drogas? Oto: No. Eso fue, ya no es, y era en momentos realmente espontáneos. Momentos de una cascada de ideas que te baja y si tienes papel a la mano y lo usas y salen cosas muy locas… Algún día te enseñaré. Tengo precisamente uno de una niña que se metía thíner en una zotea y toda la descripción una como cascada de imágenes surrealistas de lo que está viendo, pero a la vez una especie de definición de por qué está allí. Karina: ¿Por qué? Oto: Porque está abandonada. Está sola en medio de un maremágnum átomos urbanos, de cápsulas individuales. Karina: ¿Y cómo se rompe ese abandono,
ese aislamiento? ¿Desde uno o tienes que esperar a que otro te dé cabida
o tú vas y le rompes el aislamiento al otro? Oto: Un poco compartir ¿no? nuestro mutuo aislamiento. Zarco: Yo creo que aislamiento hay en todos
los drogadictos porque el que va a la disco y se mete al baño a darse
su media grapa de coca,
se está aislando. Y como el juego que comentaba Oto respecto al alcohol.
El alcohol es llenar.
Llenas un vaso, llenas una botella, llenar, llenar, estás intentando llenar
vacío internos con la droga… poco probable, pero bueno. Karina: Pero yo me refería al aislamiento
circundante, deja tú de las drogas, sino el que tenemos nosotros tres
juntos ahorita… de que yo me siento estúpida realmente haciéndote ciertas
preguntas cuando siento tu dolor y sin embargo no me paro y no sé qué
hacer, no hay… no sé qué hacer… y siento que estoy como aislada yo de
ti y tú te sientes aislado y ¿cómo se rompe eso? Oto: Compartiendo nuestro mutuo aislamiento ¿no? No. No sé. ¿Cómo se rompe? ¿Cómo se rompe?
|