Hongos psicoactivos
 
 
 

La visión de Terence Mckena acerca del origen extrafísico de la psilocibina

Terence McKena es uno de los investigadores más reputados en relación con el consumo y la reproducción de especies de hongos psicoactivos. Ha publicado diversos artículos e incluso una guía ilustrada acerca del cultivo y la reproducción casera de los mismos. Y por supuesto también ha entrado al terreno de la especulación enteogénica.

En su libro El manjar de los Dioses (18), McKena explora la influencia de los hongos psilocibos en el origen de la humanidad y el desarrollo de la cultura. Desde su perspectiva, los alcaloides de estos hongos y otras plantas psicoactivas serían catalizadores de la evolución humana porque "lo que los psiquedélicos hacen es transformar a la gente que los usa en gente más lista e inteligente".

Entre otras cosas, también sostiene la teoría de que es posible que los hongos psilocibos sean tecnología procedente del espacio exterior, tecnología de otra civilización inteligente, ya que aunque el hongo aparezca en principio como parte de la biósfera, químicamente, su evolución natural es muy improbable:

[...] si tenemos en cuenta que la psilocibina es el único indol de 4 sustituciones que aparece en la Tierra, podemos pensar que en realidad es algo artificial, exterior a nuestro planeta, un artefacto tecnológico procedente de una civilización muy avanzada que comprendió la biología. Si miramos el hongo desde este punto de vista, parece mucho más el resultado de un proyecto de ingeniería genética que el producto de la evolución de nuestro planeta. La morfología estructural del hongo es una red, y anticipa el sistema nervioso de los mamíferos o Internet. El hongo psilocibo parece más una herramienta para almacenar información, diseñada para sobrevivir en las condiciones del espacio exterior, viajar por el universo en esporas hasta que alcanza un ambiente adecuado, y reproducirse, transmitiendo la información de otra civilización inteligente al actuar en nuestro cerebro. Puedo imaginar algo semejante realizado por el ser humano en el futuro. (25)

Carlos Castaneda y el mito del "humito" según Ott

En las páginas de su clásico y súper documentado Pharmacoteon, el farmacólogo Jonathan Ott comenta que la publicación del primero de los célebres libros de Carlos Castaneda en 1968: Las enseñanzas de Don Juan (publicado por el Fondo de Cultura en México y avalado por un prólogo de Octavio Paz, galardonado con el premio Nóbel de literatura tiempo después), contribuyó mucho a estimular el interés por los hongos psicoactivos en Estados Unidos y en todo el mundo.

Castaneda comentaba en este libro que Don Juan le dio una mezcla psicoactiva llamada "humito" hecha con hongos que Don Juan secaba durante un año hasta reducirlos a polvo para después mezclarlo con otras cinco plantas secas y fumarlo. Jonathan Ott, considera que tal cosa es "altamente improbable".

 

Dice que: "Cuando se secan, los hongos no se vuelven polvo, y es de esperar que después de un año de estar guardados dentro de una calabaza habrán perdido mucha (si no toda) su potencia." Señala también que no hay reportes acerca del uso de hongos entre los yaquis, que los hongos no se fuman y que "tampoco son muy efectivos cuando se usan de esa manera". (22) Por último advierte que en sus segundo libro Castaneda cae en inconsistencias respecto al primero y diagnostica por ello que se trata de pura ciencia ficción... Pero también podría ser puro "efecto placebo" y/o impresición farmacológica para los que quieran conservar el mito y más que nada, la validez de las enseñanzas de Don Juan.

El primer Bardo y las imágenes visuales

Los esposos Alexander y Ann Shulguin, autores de los libros PHIKAL y THIKAL son una pareja de psiconautas dedicados al estudio de las sustancias psicoactivas. Él es químico y diseñador de drogas, ella fue terapeuta durante varios años. Ambos han reunido sus talentos para escribir los citados libros narrando pormenorizadamente sus experiencias con todo tipo de psicoactivos además de dar a conocer masivamente las fórmulas químicas y la manera de sintetizar cada uno de ellos, "extrayéndolos de muchas plantas ordinarias para que los medios de la exploración psiquedélica no puedan ser controlados de nuevo", según reza la contraportada de THIKAL.

Este título es un acrónimo de Triptamines I Have Known And Love (triptaminas que he conocido y amado).

En el capítulo 5 de este voluminoso libro, Ann relata su primer viaje con hongos junto con Sura (como le llama a su esposo). Cada uno consumió un gramo y medio de Psilociybe cubensis mezclado con pequeños trozos de otra variedad. Los comieron crudos, en su casa, con música de Bach y Rachmaninoff de fondo. Al principio Ann sintió una presencia no muy amigable cerca de ella, la acceptó como su propia proyección y quiso distraerse escribiendo en su ordenador, pero le resultó imposible ver el teclado entre los "racimos de patrones de colores" que se superponían a él. Así es que optó por escribir más tarde y se fue a recostar al lado de

su esposo quien le sugirió que cerrara los ojos y le describiera los patrones que veía. Ella accedio, y según relata:

Lo que vi sobre un fondo negro fueron pequeñas piezas curvadas que parecían listones flotantes, y encima del borde de cada listón había pequeños cuadros espaciados, tres en cada listón; y tanto los listones como los cuadros eran de varios colores, blanco grisáceo, rojo oscuro, verde y amarillo. La escena completa me parecía fea y aburrida, como el patrón de un piso de linóleum de los 1930s de mal gusto. Abrí mi boca para describírselo a Shura, y no pude hablar. La parte más extraña de eso fue -como descubrí después- que no tenía dificultad en usar palabras para cualquier otra cosa; cualquier otra cosa que no fueran las imágenes que estaba viendo. (30)

Su esposo le aconsejó que dejara de pensar y simplemente experimentara, asegurándole que las palabras volverían más tarde, ya que esto la tenía preocupada. Así es que ella se recostó sobre su espalda, "mirando fijamente el frustrante enredo de líneas y puntos entre el techo y yo, preguntándome qué se suponía que debía hacer con ello. Había reconocido la proyección de lo que llamo mi Observador, pero más allá de eso, ¿qué utilidad tenía?" Y así continuó sumida en el loop de sus reflexiones observando después otra serie de formas que le parecieron como amíbas hasta que se le bajaron los efectos y pudo irse a escribir a su computadora. Hasta entonces pudo describir con palabras lo que veía.

Días después Ann se topó en una reunión con Sara Vincent, una estudiosa del fenómeno psiquedélico desde los sesenta, cuya área de especialización son las ondas cerebrales y la telepatía; y recientemente había publicado un libro al respecto.

Ann la puso al tanto de lo que le ocurrió durante su viaje con hongos preguntándole si tenía alguna explicación fisiológica para ello. Sara le comentó que todo lo que percibimos, excepto a través del olfato, tiene que pasar por el tálamo para llegar al córtex cerebral, y en el área del tálamo están, tanto la intención como el "tablero de control", y muchas veces en la experiencia con visionarios el uso de la verbalización interfiere la visualización o viceversa. En el caso de Ann, las fuertes visualizaciones fueron las que interfirieron temporalmente sobre su capacidad de verbalizar lo que veía. Respecto al tipo de visiones que tuvo, Sara le explicó:

El tipo de visiones que tuviste proviene en parte de tu pre-conciente, parte es lo que recoges del ambiente, y otra parte es una proyección de tus propios conos y bastones oculares, esos son la clase de patrones que generan. [...] Hay toda una sección en El libro tibetano de los muertos que Tim Leary y otros tradujeron que se refiere a esto. Ellos lo llamaron La Experiencia Psicodélica [...] No es un estado muy avanzado, necesariamente, y no tienes que apreciarlo, ni aceptarlo. (30)

Para que la Shuilgin entendiera mejor, la Vincent le relató un experimento visual que practicó entre un grupo de alumnos suyos "ansiosos por experimentar juegos mentales":

Usé un viejo proyector de 16 milímetros como una luz estroboscópica suave en la cual la taza de pulsación pudiera ser cambiada a diferentes frecuencias para ajustarlas a las ondas cerebrales naturales. Las viejas películas corren a 18 cuadros por segundo, que es suficientemente rápido para que podamos ver las diferentes imágenes separadas como una imagen en movimiento contínuo. Pero a 13 cuadros por segundo, mis estudiantes captaron y dibujaron patrones de onda de interferencia [...] Entre 6 y 10 cuadros por segundo -lo cual se ajusta al rango de las frecuencias cerebrales theta y alfa- la mayoría de los estudiantes dibujaron patrones con figuras de mandalas diseñados con puntos. Según sus descripciones los patrones se movían constantemente, de rojo a verde, o de rojo-anaranjado a azul en direcciones opuestas. Verás, cuando estás enviando a tu ojo una señal en la velocidad en que la 've', entonces estás viendo a aquello con lo que ves. (30)

Como Ann puso cara de no haber entendido suficientemente bien, Sara continuó:

En otras palabras [...] Si tomas un proyector y proyectas su propia luz llanamente en la pared, y luego cierras la apertura de la luz, ¡lo que verás en la pared es el filamento de la misma lámpara del proyector! Cuando haces brillar una luz en los ojos de alguien a la misma velocidad que la onda cerebral del córtex visual, es como mirar el filamento del proyector; los conos y los vastones se proyectan en la luz parpadeante. Algunas veces las formas de pensamiento también se proyectan en el medio [...] Así es que parte de lo que estás viendo puede estar relacionado con la energía de la persona a la que ves, y parte es aquello con lo que ves. Es un estado muy pero muy primitivo de visión. Es uno de los primeros Bardos y te puedes quedar allí atascado durante un tiempo. (30)

Sara le sugirió a Ann que no tratara de controlar la experiencia, que sólo se dejara experimentar realmente. En estos casos es recomendable olvidarse de cualquier intento de verbalización para que la experiencia avance más allá de las visiones y se acerque a lo transpersonal (Ver más acerca de la experiencias transpersonales en cartografía de la experiencia psicoactiva).

 

 

Algunas recomendaciones para el consumo no ritual de teonanácatl

Este par de recomendaciones circulan en internet:

- asegúrate de que tus hongos sean psilocibos y no venenosos;

- en caso de que seas un necio y no te hayas asegurado por completo de que tus psilocibos sean tales procura no viajar solo ni muy lejos de la civilización.

Antonio Escohotado aconseja:

- el ayuno es especialmente recomendable desde la noche previa al día en que haya de verificarse la administración, para lograr los máximos efectos con mínimas dosis;

- la buena miel es un tónico excelente, una cucharada de té cada par de horas mejora o mantiene el estado psicofísico. (5)

 

 

MI EXPERIENCIA PERSONAL

Mi amigo Xavier me enseñó a recoger pajaritos y éstos me enseñaron cuáles no son pajaritos.

Justo cuando me estaba planteando la posibilidad de ir a la mítica Huahutla, llegó Xavier a Tepoztlán (donde yo vivía en aquel entonces) y me dijo que no tenía que ir tan lejos, que a menos de un kilómetro de mi casa abundaban los hongos psilocibos llamados pajaritos.

Esa misma mañana él había estado con unos chicos del DF buscando algunos en el lugar del que me hablaba. Me dijo que si aquella noche volvía a llover y por la mañana salía el sol rotundamente, podríamos ir a ver si teníamos mejor suerte. ¡Y la tuvimos! Esa noche llovió, al otro día el sol estaba rotundo y Xavier pasó por mí para irnos al Valle de Tepoztlán.

Se trataba de una explanada donde a veces había visto pastar vacas. Es una propiedad privada y está rodeada con cercas de alambre. Pasamos deslizándonos por un hoyo formado por una excavación en la tierra y una alzada en la cerca. Eso fue en junio de 1999 y esto es lo que apunté en mi diario de bitácoras de vuelo esa misma noche:

¡¡¡He estado en la gloria el día de hoy!!!

Xavier tiene razón. Estando en la naturaleza me he sentido mucho más espiritual que encerrada en el CAT [Centro de Alta Conciencia Tepozcahuic] todo este tiempo haciendo yoga y tratando de meditar. Ahora entiendo de qué me habla cuando dice que me falta "vivir la espiritualidad" en lugar de buscarla o teorizarla. Y ahora entiendo también claramente cómo es eso de la coexistencia simultánea de diferentes mundos en la Tierra de la que hablan los pleyadianos. ¡Es la locura! ¡Además los hongos me han "hablado" y según Xavier me han aceptado! ¡Estoy hiper feliz! Y también un poco confundida respecto a él...

Resulta que en cuanto penetramos subrepticiamente en el campo, Xavier, adoptando su tono de Maestro iniciando a su alumna que tanto me molesta, excepto esta mañana, claro, me dijo cuando encontramos los primeros 4 honguitos en el pasto: "Míralos bien. Estos son los pajaritos. Son pequeñitos y su tallo es muy delgadito y delicado. El sabor de la psilocibina es inconfundible y cuando los pruebes nunca más vas a olvidarlo." Me dijo que debíamos dejar siempre los más pequeños intactos para que siguieran reproduciéndose y otro día pudiéramos encontrar más en el mismo lugar. Cortó tres, me dio dos y él se quedó con uno diciéndome: "Ahora pídeles permiso y cómetelos." Así lo hice y efectivamente constaté que el sabor agrio de la psilocibina es muy peculiar. Luego me dijo: "Bueno ya están formalmente presentados, ahora vete tú sola a buscar más por allá, que yo me quedo por aquí. Pero antes de comértelos tráemelos para ver si son o no son porque ya vas a ver que aquí hay varios muy bonitos que son venenosos."

Seguí sus instrucciones y me fui. Al principio no encontraba nada, pero después de unos minutos les pedí a los honguitos que se me mostraran por favor y empecé a verlos con muchísima facilidad. Corté unos 10 más y se los llevé a Xavier. Él todavía no había encontrado nada y se sorprendió de verme llegar con tantos. Los examinó y me dijo muy sonriente "¡Vaya recibimiento! Los honguitos te han aceptado a la primera, princesa."

Obviamente me puse muy feliz y quise compartirlos con él, pero él los rechazó y me dijo que cada quien debe comerse los que encuentre, de esa forma sabe que si ese día no encuentra nada, significa que ese día no le toca viajar, y si encuentra muchos, pues es que los honguitos lo estaban esperando para enseñarle algo o para simplemente para pasar un buen rato juntos.

Psilocibe  semilanceata
Psilocibe semilanceata

Yo insistí y le dejé los dos que él me había dado y luego me fui a seguir buscando. Xavier no se hizo mucho del rogar porque según me dijo, cuando ya haz comido algunos es más fácil encontrar otros.

Al poco rato supe a qué se refería porque empecé a ver a los pajaritos como fosforecentes sobresaliendo entre la hierba. Aún en las partes en las que según yo ya había buscado bien, volvía a pasar y sin ningún esfuerzo encontraba alguno fosforesciendo. Me comí entre unos 8 a 10 honguitos más. De repente encontré un hongo un poco más grande que los pajaritos y supuse que era uno muy desarrollado, le pregunte si era o no era, pensé que sí porque tenía el mismo color fosforecente que los demás, así es que lo corté pero justo cuando lo mordí sentí un increíble dolor en una muela de abajo del lado izquierdo, como si hubiera mordido una piedra con todas mis fuerzas. Escupí el hongo en mi mano pensando en que a lo mejor tenía una piedra oculta en el sombrerete o algo y quería verla, pero como pude comprobar, no era así. Entonces lo interpreté como la respuesta del hongo diciéndome que él no era un pajarito y que no me lo comiera porque era venenoso. Así pues escupí lo mejor que pude y me fui a buscar a Xavier para contarle lo que me había ocurrido.

Lo encontré sentado charlando con un hombre cuyas vacas pasataban por allí. Resultó ser un tepozteco que rentaba el lugar para sus animales. Xavier le estuvo explicando acerca de los honguitos y dijo que ahora entendía porqué "tantos chamacos" habrían hoyos y se metían a la fuerza en su terreno. Dijo que le gustaría porobarlos. Xavier le dio uno y le estaba explicando cómo diferenciarlos bien de los venenosos cuando yo llegué. Entonces conté mi caso y todos nos reímos mucho. Xavier le dijo al señor que dejara su verja sin candado y así la gente entraría sin hacerle más hoyos a la cerca. El hombre dijo que lo pensaría.

Xavier y yo nos fuimos juntos al terreno de al lado después de saltar otra horrible cerca de púas. Yo ya no busqué ni un pajarito más porque comencé a sentir náuseas, no sé si por el venenoso o por los efectos secundarios de éstos, pues ya me había comido entre 8 o 10 pares que según mis averiguaciones son la dosis media. Xavier continuaba buscando y yo lo seguía ya sin ver fosforitos. De pronto vi un hongo blanco iridiscente, verdaderamente precioso encima de una caca de vaca y le pregunté a Xavier si era un San Isidro. Me dijo que no, que este era venenoso, que los San Isidro no brillan ni son de ese color, dice que son cafés y tienen una mancha rojiza en el centro.

Él quería seguir saltando cercas de púas adentrándose más en el Valle para continuar buscando pero yo cada vez tenía más náuseas y ya quería sentarme y estar tranquila. Se lo dije y comenzamos a discutir acerca de mi aversión a las cercas y mi falta de condición física. Así es que le avisé que me iría a la cascada y me quedaría allí tranquila mientras él buscaba más. Constituyó una hazaña para mí llegar hasta allá, pero meterme bajo el chorro de agua helada fue una bendición porque enseguida se me pasó todo el malestar. Cuando llegué Xavier ya estaba allí para demostrarme su superioridad sobre el terreno, claro está. Había encontrado más pajaritos camino allá y estaba trepado en una de las paredes de la pequeña cascada. Para acabarme de humillar se puso a contarme sus hazañas de surfer en las costas de Oaxaca...

Yo lo escuchaba con atención y admiración, pero no lograba entender el significado de sus palabras que simplemente eran sonidos que se entremezclaban con el estruendo de la pequeña cascada y las voces de los pájaros que se amalgamaban en un soundtrack perfecto para acompañar el bellísimo recorrido iridiscente del agua, la coreografía de Xavier explicando sus movimientos sobre la tabla (creo) y el lento crecimiento de las plantas e incluso el todavía más lento proceso de devastación de las rocas por la acción contínua del agua.

En tal estado de arrobamiento no opuse ninguna resistencia cuando me dijo que trepáramos hasta la punta de una gran roca cercana. No sé cómo pero trepé casi con la misma agilidad que él. Al llegar arriba me dio un pequeño ataque de pánico imaginarme cómo diablos bajaría de allí; pero decidí preocuparme más tarde pues las cosas en esa pequeña cumbre eran verdaderamente paradiasiacas. La parte que daba a la montaña estaba semicubierta por árboles cuyas hojas secas habían formado mullidos lechos naturales. Por delante estaba despejado y podía admirarse buena parte del Valle.

Me tendí sobre la hojarasca y escuché a Xavier emitiendo sonidos que imitaban pájaros y otros animales hasta que creí escuchar que algunos de ellos le contestaban y entablan un diálogo de sonidos que creaba una atmósfera muy agradable. Recordé entonces un sueño que tuve hace dos meses, un par de días antes de conocerlo:

Estaba en una laguna cristalina nadando con un hombre, ambos éramos indígenas del México prehispánico, ahora no sé cómo pero entonces lo sabía perfectamente. Ambos parecíamos muy felices en el agua. Mi hermana me decía que ahora se llamaba Javier y decía que lo encontraría de nuevo.

Cuando conocí a Xavier y me di cuenta de que se llamaba igual que el nombre del sueño pensé que nada era casualidad. Y allí tendida en la hojarazca aunque realmente no sé nada de las vidas pasadas, si es que en verdad existen, sentí que efectivamente Xavier y yo éramos viejos conocidos y habíamos dejado algo pendiente que teníamos que resolver ahora. Y vi claramente qué era: nuestra mutua hostilidad defensiva que debía transmutarse en tolerancia. Declaré una tregua y creo que me quedé dormida un rato o al menos en un estado de sopor del que salí cuando él me sobresaltó al treparse en una rama.

Lo vi deslizándose y bajando por ella como cualquier mono. Una vez abajo me instó a hacer lo mismo. Yo me acerqué a la rama, me balancee, me sentí muy pesada, vi la enorme distancia que había entre la rama y el suelo, pensé que si me caía me fracturaría alguna cosa, me dio pánico la simple idea de estar allí soportando el dolor mientras alguien venía a rescatarme y por supuesto denegué la invitación. Me dirigí hacia el lugar por el que subimos pero me pareció aún más peligroso bajar por allí. Así es que me senté en el borde a rezar porque no sabía qué hacer. Xavier fue a ver qué estaba haciendo y comenzó a regañarme, a decirme que use mis brazos y mis piernas, que confíe en ellos y no intente resolverlo todo con mi gran trasero. Que estas cosas me pasan por olvidar mi cuerpo y querer vivir siempre en la mente, con mis librios, mis historias, mi computadoras y mis meditaciones. Me puse furiosa y bajé en un santiamén del puro coraje que sentí. Él estaba muy divertido diciéndome que siempre hago dramas donde no los hay por ponerme a pensar cuando lo que se requiere es simplemente actuar.

Ya iba yo a iniciar el contrataque escorpiónico que automáticamente uso como defensa contra él, o más precisamente contra el tono petulante en que siempre me dice las cosas, sean verdad, como en este caso o no, como sucede en la mayoría de los casos, je-je, pero recordé la tregua. Así es que me quedé callada y caminé en silencio. Al poco rato, mágicamente estábamos charlando y jugando sin tensión y sin hostilidades, como nunca antes lo habíamos hecho... Maravilloso recurso esto del silencio.

Llegando a la casa estrenamos la pipa de agua que me hizo Alessandro con bambú de Amatlán. Xavier se ofreció a prepararma un banquete y yo me quedé fumando mota en la cama de la habitación de arriba. Entre una cosa y otra él se asomaba para mirarme embelezado. Me dijo que me veía bellísima y radiante desde que estaba balanceándome en la rama y todo el rato me trató como si fuera yo su más preciado tesoro. Después de no comer casi nada, regresamos a la pipa de agua y nos pusimos a ver una película en la TV. Las cosas estaban tromando un cariz cada vez más romántico así es que huí despavorida. Le dije que la película era una vasca y bajé a encerrarme en mi cuarto-estudio. Él apagó la tele y dijo que tomaría una siesta.

Es la primera vez que enfrento una verdadera tentación en lo que va de mi año de celibato... Ya me falta tan poco que no quiero hechar las cosas a perder. Además me encuentro tan bien que de hecho no me importaría quedarme así otro año más. O toda la vida. Eso estaba pensando mientras jugaba con un falso zafiro azul que Xavier me regaló hace unos días. Estaba girándolo en diferentes direcciones para observar como reflejaba la luz de la lámpara en diferentes ángulos cuando de pronto ¡entré en otra dimensión! Fue como entrar a un cuadro de tercera dimensión: con los ojos entornados, y el zafiro inmovilizado en cierto ángulo. Entonces empezaron a desfilar ante mis ojos verdaderas coreografías que interpretaban figuritas esbeltas de luz azul. ¡Increíble! Verdaderamente no sé como explicarlo. Estuve así cosa de un par de minutos, luego perdí el ángulo en un movimineto y no pude encontrarlo de nuevo.

Entonces volví a pensar en Xavier allá arriba en la cama, je-je y para sublimar las energías me puse a pintar con acuarelas unas flores hermosísimas como fondo del menú que él me pidió para pagarle a la dueña de un restaurante en Amatlán que le ha fiado ya varias comidas.

Cuando terminé subí muy orgullosa a mostrárselo a Xavier. Le gustó tanto que me dijo que se lo quedaría él, que hiciera otro para la señora de Amatlán y me preguntó qué estaba sintiendo mientras lo pintaba.

Le expliqué que estaba muy feliz y agradecida con él, que precisamente había estado pensando que durante los seis meses que viví en el CAT en Amatlán y los meses que llevo aquí en Santiago no me había enterado de que hubiesen hongos psicoactivos en Tepoztlán (y hay muchos más en Amatlán, según me aseguró) porque estaba moviéndome en círculos donde los psicoactivos simplemente no tenían lugar. Nadie los consumía, nadie hablaba de ellos, nadie pensaba en ellos, y por supuesto nadie los deseaba.

Le dije que con eso comprobaba plenamente lo que explican los pleyadianos acerca de la coexistencia de mundos paralelos dentro de la Tierra a los cuales accedes mediante el puro enfoque de tus deseos y creencias.


Xavier y yo en Amatlán

Ahora que he salido de los círculos donde los psicoactivos no existen, ahora que he retomado mi investigación y que he deseado comer hongos y he creído que era posible, he atraído a mi campo de experiencia la llegada de Xavier que viene a notificarme que todo este tiempo he estado viviendo en una zona llena de pajaritos...

O sea que sobre la faz del mismo planeta, en un mismo tiempo y lugar determinado, puedes estar en el mundo que elijas estar y lo único que te separa de tus deseos es una creencia. Dicen los pleyadianos que puedes experimentar vivencias terroríficas o beatíficas, de violencia o de paz, de abundancia o de carencia, de odio o de amor, de oscuridad o de luz en el mismo tiempo, espacio y lugar dependiendo de las experiencias que atraigas a tu campo vital en función de lo que deseas y esperas del mundo debido a tus creencias.

Ellos sugieren que si hay algo en tu experiencia que no te guste, antes de quejarte, sentirte la víctima, o emprender cualquier tipo de acción para erradicarlo o cambiarlo, primero tienes que identificar a qué creencia responde aquello que te molesta o que simplemente no te está provocando felicidad y cambiar entonces la creencia para que cambie tu experiencia.

Xavier y yo estuvimos platicando sobre eso un rato hasta que la plática se convirtió en discusión, la tregua se rompió y reanudamos las hostilidades.

Él comenzó cuestionando la deseabilidad de cambiar las realidades de violencia, dolor, muerte y destrucción. Dice que son parte de la vida y están aquí para ser experimentadas. Yo digo que están aquí para ser trascendidas, que no es necesario experimentarlas si te provocan dolor y sufrimiento y que si los pleyadianos y los Maestros ascendidos nos están dando todas las herramientoas para alejarnos de tales realidades hemos de utilizarlas...

Y así llegamos de nuevo al punto conflictivo de cómo percibimos la espiritualidad cada uno. Según tengo que experimentar en carne propia la oscuridad tanto como la luz para integrarlas, pues sólo así podré llegar a la iluminación (lo cual él duda que sea verdaderamente deseable). Según yo la luz es ausencia de oscuridad y la iluminación consiste precisamente en escapar de la oscuridad, pues sólo así puedes llegar a vivir en el éxtasis y la felicidad absoluta 24 horas al día y me parece que no hay nada que pueda ser más deseable.

Él me quiere convencer de sus creencias y yo quiero convencerlo a él de las mías. Y el resultado es tensión y hostilidad. Tanta que él se fue a Amatlán sin su acuarela y yo estoy aquí sola con mi computadora... Y mi cerebro... Pensando... ¿Cuál es la creencia que me está ocasionando esta experiencia de intolerancia con Xavier?

Veamos: Aquí hay un componente de inseguridad muy fuerte, en ambos, porque es evidente que cada uno quiere tener la razón para sentirse seguro de estar creyendo y haciendo lo correcto en su vida. Y ambos creemos que solo hay una razón y que ésta, o la tengo yo, o la tiene él, y por consiguiente el otro está equivocado y está haciendo lo incorrecto con su vida. Por eso es que defendemos nuestras posiciones frente al otro tan radicalmente, porque siempre estamos defendiendo mucho más que una opinión, estamos defendiéndonos el uno del otro en cada fricción, en cada leve desacuerdo... ¿Y qué tal si los dos estamos equivocados? ¿O si los dos tenemos razón? ¿O si éstas no son las preguntas que debo plantearme?

¿Cuál es mi creencia subyacente?

Que Xavier quiere que cambie las ideas que me dan seguridad por ideas que me parecen absurdas y me dan miedo. Que Xavier me está atacando. Que tengo que defenderme de Xavier. ¡Eso es! Que tengo que defenderme de Xavier. Pero ¿por qué?

Bueno, ya tengo en qué pensar esta semana... mientras Xavier actúa escalando los cerros de Amatlán como buen dragón acuariano... Ja. ¿Acaso no podríamos pensar juntos en la cima de una montaña? ¿Qué creencia he de adoptar para que esto suceda?

 

FUENTES DE CONSULTA ACERCA DE LOS HONGOS PSICOACTIVOS

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2. Brailowski, Simón: Las sustancias de los sueños: neuropsicofarmacología, FCE-CONACYT, Méx. 1995

3. Brau, Jean Luis: Historia de las drogas, Bruguera, España, 1973.

4. Carroll, Lewis: Alicia en el país de las maravillas, Editorial Alfredo Ortells, España, 1980.

5. Escohotado, Antonio: Guía de drogas, las lícitas y las otras, Ómnibus-Mondadori, España, 1990.

6. Escohotado, Antonio: Historia General de las Drogas, (tres tomos), Alianza, España, 1995.

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8. Fármacos de abuso: Información farmacológica y manejo de intoxicaciones, Centro Mexicano de Estudios en Farmacodependencia, México, s/f.

9. Fericgla, José María (comp.): Los enteógenos y la ciencia, Col. Cogniciones, Los libros de la liebre de marzo, Barcelona, 1999.

10. Fericgla, José María, et all: Plantas, chamanismo y estados de conciencia, Col. Cogniciones, Los libros de la liebre de marzo, Barcelona, 1995.

11. Fericgla, José María: El hongo y la génesis de la Cultura, Col. Cogniciones, Los libros de la liebre de marzo, Barcelona, 1997.

12. Goodman, Alfred et all: Goodman y Gilman. Las bases farmacológicas de la terapéutica, 8va. edición, Panamericana, Argentina, 1991.

13. Heffern, Richard: Secrets of the mind-altering plants of Mexico, Piramid Books, USA, 1974.

14. Hofmann, Albert: "Una pregunta inquietante" en Wasson, Gordon et all: El camino a Eleusis, FCE, México, 1992.

15. Hofmann, Albert: The mexican relatives of LSD, Internet.

16. Krupp, Marcus et all: Diagnóstico clínico y tratamiento, Manual Moderno, México, 1988

17. López Sáez, Antonio: "El oscuro mundo de los hongos tóxicos o alucinógenos", en Botánica mágica y misteriosa, Mundiprensa, España, 2000.

18. McKenna, Terence: El manjar de los dioses, Paidós, Barcelona, 1999.

19. Miller, Walter S.: "El Tonalamatl mixe y los hongos sagrados", Espacios, No. 20, año XIV, ICSH, México, 1996.

20. Mircea, Eliade: El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, México, FCE, 1960.

21. Neitzke, Angelika: "Entrevista con Albert Hofmann", Revista Monográfica El idiota, No. 1, Barcelona, 2000.

22. Ott, Jonathan: Pharmacoteon, Natural Products Co., USA, 1996. (Traducido recientemente por La Liebre de Marzo).

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24. Piñeiro, Juanjo: El despertar del hongo. Diario de un psiconauta en México

25. Piñeiro, Juanjo: Psiconautas, exploradores de la conciencia, La liebre de marzo, Barcelona, 2000.

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28. Roquet, Salvador y Pierre Favreau: Los alucinógenos: de la concepción indígena a una nueva psicoterapia, Prisma, México, 1981.

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31. Schultes, Richard E. y Hofmann, Albert: Plantas de los dioses. Orígenes del uso de los alucinógenos, FCE, México, 1993.

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34. Wasson, Gordon: "En busca del hongo mágico", "Las primeras fuentes", "El hongo sagrado en el México contemporáneo" y "Los hongos en la arqueología mesoamericana", "El ololihuqui y otros alucinógenos de México", en Espacios, No. 20, año XIV, ICSH, México, 1996.

35. Weil, Andrew & Winifred Rosen: Del café a la morfina, Integral, Barcelona, 1993.

36. Yensen, Richard: Hacia una medicina psiquedélica, Los libros de la liebre de marzo, Barcelona, 1999.

37. Frust, Peter et all: Hongos, especies alucinógenas, Enciclopedia de las drogas psicoactivas, Ed. Diana, México, 1995.

38. Smith, Huston: La percepción divina, Ed. Kairós, Barcelona, 2000.

 

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Fungi Perfecti

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